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«¡Fuera, Castillo, fuera!», se tituló la marcha del 4 de junio, organizada por Renovación Nacional y empresarios televisivos. Si bien se desarrolló en forma pacífica, cuando manifestantes de oposición intentaron llegar a la Plaza San Martín, recibieron golpes y gases lacrimógenos de parte de la Policía Nacional.

Esto permitió que un grupo de comunistas, entre ellos Andrés ‘Anka’ Huamaní, agitador de las marchas mortales de noviembre del 2020, siguieran en control del lugar.

Esa manifestación culminó en dos mítines paralelos en el Paseo de los Héroes Navales, donde se quemaron imágenes de Pedro Castillo y aliados políticos del presidente.

A criterio de Luis Vera Llerena, jefe de la PNP, esto fue suficiente para que el 18 de junio, pidiera al entonces ministro del Interior, Dimitri Senmache, que se otorgue un incentivo a los efectivos.

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Esto no se llegó a concretar hasta que ingresó Mariano González al Mininter. Como el llamado “ministro del amor”, solo duró dos semanas, tampoco firmó el requerimiento del general, y recién lo hizo Willy Huerta hace unos días.

En los últimos meses, la PNP ha sido usada como fuerza para reprimir a la oposición, y proteger a sectores políticos afines al gobierno. Esto se vio el miércoles frente al Congreso de la República, cuando la dotación policial golpeaba a quienes apoyaban al primer poder del Estado.

Al mismo tiempo, simpatizantes del mandatario agredían físicamente a quienes discrepaban de sus ideas, e incluso a reporteros que cubrían la noticia. Para los uniformados presentes, esto no era motivo de intervenir a los violentistas.

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