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¡No cometerás actos impuros! Sodoma y Gomorra en el Vaticano

Frédéric Martel en su libro afirma que aproximadamente el 80% de miembros del clero católico que trabaja en el Vaticano, son homosexuales.

ExpresoPor:Expreso29 de abril, 2024 11 minutos
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Frédéric Martel en su libro “In the closet of the vatican” afirma que aproximadamente el 80% de los miembros del clero católico romano que trabaja en el Vaticano, cerca del papa, son homosexuales.

Empleados y sacerdotes homosexuales de la Iglesia católica alemana salen del clóset y piden se acabe la discriminacion. Monjas violadas y tratadas como esclavas sexuales en el clero.

En la actualidad y en la nueva época de tecnología y avances de desarrollo virtual y espiritual la sociedad mundial ha cambiado el canon de la vida como la conocemos, que regirá los nuevos tiempos y el destino de la población mundial.

Ha aflorado una gran comunidad que exige derechos y espacios dentro de nuestra sociedad. Nos referimos a la comunidad LGBTIQ+, quien se abre paso en varios países a nivel mundial como un movimiento de igualdad de derechos, sobre su identidad por decidir la igualdad de sexos, homosexuales, heterosexuales y el matrimonio entre parejas de ambos sexos.

A través de esta crónica no la censuramos, pero dejamos claro que esto solo es un punto de reflexión para el conocimiento público.

Un libro controversial sobre el Vaticano

Asombrado ante el misterioso santuario que explora su nuevo libro, el periodista francés Frédéric Martel escribe que “ni el distrito Castro de San Francisco tiene tantos homosexuales”. Refiriéndose al Vaticano, dejando abierta una controversia entre el puritanismo y el escándalo desatado en la Santa Sede.

Aunque los editores del libro lo han mantenido en estricta reserva antes de su lanzamiento del 21 de febrero pasado.  Este se publicará en ocho idiomas y en veinte países con el título Sodoma, en Europa occidental, y como In the Closet of the Vatican en Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá.

En él se afirma que aproximadamente el 80 por ciento de los miembros del clero católico romano que trabaja en el Vaticano, cerca del Papa, son homosexuales. El libro sostiene que, a mayor homofobia explícita de un funcionario del Vaticano, hay mayores probabilidades de que pertenezca a ese grupo y que, mientras más se escale en la cadena de mando, más homosexuales se encontrarán. Y que no todos son célibes.

MÁS INFORMACIÓN: El Vaticano plasma oposición a maternidad subrogada y transexualidad

“Se supone que debería celebrarlo, ¿cierto? Yo soy un hombre abiertamente homosexual. Y en ocasiones soy crítico de la Iglesia. Albricias por la exposición de la hipocresía en puestos importantes y la afirmación de que algunos de nuestros verdugos tuvieron razones retorcidas. Gracias al cielo por el desafío a su autoridad moral. Que venga la luz. Que salga a relucir la verdad”, sentenció el periodista Frank Bruni.

No obstante, me siento intranquilo e incluso un tanto asustado. Cualquiera que haya sido la intención de Martel, In the Closet of the Vatican podría no ser un juicio constructivo, sino una acumulación de municiones para los católicos de la derecha militante que están ansiosos de iniciar una cacería de brujas de sacerdotes homosexuales, muchos de los cuales son servidores ejemplares (y castos) de la Iglesia. Esos mismos católicos se oponen a hacer las reformas necesarias y citan las revelaciones del libro como prueba de que la Iglesia ya es demasiado permisiva y ha perdido tanto el camino como la dignidad.

Aunque él mismo es abiertamente homosexual, Martel sensacionaliza la homosexualidad al dedicar su investigación a los funcionarios católicos que han sostenido relaciones sexuales con hombres, no a quienes las han tenido con mujeres. La promesa del celibato que hacen los sacerdotes incluye parejas de cualquier sexo y la norma de las enseñanzas católicas que esta práctica quebranta no es solo la del sexo homosexual, sino la del sexo fuera del matrimonio. En ese contexto, el enfoque de Martel en la homosexualidad se concentra en la idea de que es especialmente inquietante y que despierta morbo.

Su tono no ayuda. Escribe: “El mundo que estoy descubriendo, con sus cincuenta sombras de homosexualidad, va más allá del entendimiento”. Para algunos lectores podría parecer “un cuento de hadas”. Desafía el conocimiento popular de que el papa Francisco, quien tiene detractores a su entorno, está “en la boca del lobo”, aclara: “No es del todo cierto: está entre las locas”. Tal vez se escuche mejor en la versión francesa, pero este lenguaje es profundamente bobo y sumamente ofensivo.

Las fuentes de la mayoría de la información de In the Closet of the Vatican son vagas y otros expertos en el Vaticano me dijeron que la cifra del 80 por ciento no es fidedigna ni creíble. Aseguro Bruni sobre el libro del periodista francés Frédéric Martel.

Revolución sexual en el Vaticano

Un total de 125 empleados de la Iglesia católica en Alemania, entre los que se encuentran sacerdotes, profesores y administradores, han declarado abiertamente su homosexualidad y han clamado por el fin de la discriminación hacia las personas LGBTIQ+ dentro de la institución eclesiástica. La demanda se enmarca dentro de la iniciativa #OutInChurch, que aboga por “una Iglesia sin miedo” en la que sea posible trabajar como personas LGTBIQ+. Para ello, exigen la modificación de la legislación laboral de la Iglesia, porque, indican en un comunicado, “una vida abierta en consonancia con la orientación sexual, también en pareja o como parte de un matrimonio civil, no puede ser evaluada como una deslealtad o un motivo de despido”. Exigen una modificación en la legislación laboral eclesiástica para que la orientación sexual y la identidad de género dejen de ser causal de despido.

En el mismo comunicado piden que se eliminen de la enseñanza eclesiástica las declaraciones “difamatorias sobre el género y la sexualidad” y se defienda “el pleno acceso a todos los campos de actividad y ocupación en la Iglesia sin discriminación”. Las “declaraciones anticuadas de la doctrina de la Iglesia” sobre la sexualidad y el género deben ser revisadas teniendo en cuenta la nueva comprensión que existe de esta materia “sobre la base de los hallazgos teológicos y científico-humanos”, sostienen.

#OutInChurch llama, además, a todas las personas LGBTIQ+ que trabajen a tiempo completo o de forma voluntaria para la Iglesia católica a que se unan a la iniciativa, e insta a los obispos a que declaren públicamente su apoyo.

También piden que no se impida el acceso a la bendición ni a los sacramentos a las parejas LGTBQ+. “Porque una Iglesia que reclama a Jesús y su mensaje debe actuar con decisión contra cualquier forma de discriminación y fomentar una cultura de la biodiversidad”, sostiene el comunicado emitido.

Algunos integrantes de la iniciativa explican las razones de sus demandas en un documental de la cadena pública ARD que se estrenó hace unos meses. En él se recoge, entre otras, la historia del sacerdote jesuita Ralf Klein, cuya homosexualidad fue denunciada a Roma por un miembro de su congregación lo que le hizo enfrentarse a una campaña de “exterminio”, aunque sus parroquianos lo aceptaban. El documental recoge otro caso en el que la empleada de un decanato recibió una carta dos semanas antes de dar a luz a su segundo hijo, conminándola a que se separara de su pareja, una mujer, o perdería su empleo.

No son las primeras demandas del colectivo. En marzo del año pasado, la Congregación para la Doctrina de la Fe decidió que no es lícito que un sacerdote bendiga a una pareja del mismo sexo , lo que motivó que varios sacerdotes alemanes celebrasen ceremonias para parejas homosexuales como acto de protesta.

Denuncia abusos a monjas

Lucetta Scaraffia, directora del suplemento sobre mujeres en “L’Osservatore Romano”, puso el dedo en la llaga sobre los sistemáticos abusos sexuales a monjas perpetrados por sacerdotes.

“Si se continúa cerrando los ojos sobre este lo; (que se convierte en algo aún más grave teniendo en cuenta que el abuso contra las mujeres comporta en algunos casos la procreación y da origen a otro escándalo, el de los abortos impuestos y el de los hijos no reconocidos de sacerdotes),la condición de opresión de las mujeres en la Iglesia no cambiará nunca”.

El ataque contra la actitud de la Santa Sede no venía esta vez de ningún círculo ultraconservador, sino que era una denuncia desde el propio Vaticano. Lo escribió Lucetta Scaraffia (Turín, 1948),en el suplemento “Donna, Chiesa, Mondo” (Mujer, Iglesia, Mundo),que se publica mensualmente con “L’Osservatore Romano”, el periódico oficial de la Santa Sede.

Periodista e historiadora, Scaraffia es de las que piensan que solo el reconocimiento de los escándalos puede ayudar a la Iglesia a limpiar su imagen. En la misma publicación, que dirige, ya ha denunciado en el pasado la discriminación a las mujeres en la organización del clero o las condiciones laborales degradantes de monjas que trabajan siempre al servicio de hombres.

Pero el terremoto de los abusos a mujeres en la Iglesia ha estallado a pocos días de la importante cumbre que  debía celebrar en el Vaticano para debatir sobre pederastia. De ahí que el Papa reconociera oficialmente que lo denunciado por Scaraffia existe y que es necesario “hacer algo más”.

La historiadora, que se confiesa feminista, recalca que, al contrario de lo que ocurre con los menores, las monjas adultas tienen siempre que demostrar que no ha habido consentimiento. “Parece que no todos los curas son homosexuales”, remarcó.

Antes que yo escribiera este artículo, muchos otros periódicos habían publicado casos con denuncias. No es una novedad, no es que haya hablado de algo nuevo, pero quizá no se esperaban un ataque desde dentro. Sin embargo, para nosotros, que damos voz a las mujeres, era un problema que teníamos que afrontar, sentenció.

Escándalos de violaciones en el vaticano

El abuso sexual de monjas y religiosas por curas y obispos católicos (así como los abortos que en ocasiones resultaron del abuso) han sido eclipsados durante años por otros escándalos de la Iglesia católica romana.

Esa situación pareciera haber cambiado esta semana, cuando el papa Francisco reconoció públicamente el problema por primera vez.

El papa Francisco admitió que clérigos de la Iglesia católica habían abusado sexualmente de monjas y, en uno de los casos, las habían mantenido como esclavas sexuales.

Este último caso obligó a su predecesor, el papa Benedicto, a cerrar toda la comunidad en la que las monjas habían sido abusadas por sacerdotes.

Rocío Figueroa y Doris Wagner-Resinger son dos religiosas víctimas de estos abusos cometidos por miembros del clero.

El testimonio de Rocío Figueroa

La doctora Rocío Figueroa es teóloga y profesora en Auckland, Nueva Zelanda, y sobreviviente de abusos cometidos por un cura en Lima, Perú, según le explicó a la BBC.

Figueroa dice que se unió a la

sociedad de la vida apostólica dentro de la Iglesia católica cuando era joven y vivía en una “parte muy pobre del mundo”, porque sentía “que tenía

que hacer algo”.

“Tenía 15 años y el fundador me pidió que tomara una dirección espiritual con un pastor, que se convirtió en mi guía espiritual”.

“Después de meses en los que se ganó mi confianza, me pidió a mí y a unos jóvenes que trajésemos nuestra ropa de deportes para practicar yoga”.

“Después de algunas sesiones grupales, empezó con sesiones individuales. Luego me dijo que me enseñaría ejercicios para desarrollar… el autocontrol sobre mi sexualidad”.

“Yo era muy inocente, no tenía experiencia sexual previa. Y entonces él empezó a tocarme por todos lados. Yo pensaba (equivocadamente) que él era bueno y yo era la mala”.

“Sentí que era culpa mía. Me sentía muy culpable y desorientada”.

“Nunca me violó, pero definitivamente cometió abuso sexual desde mi punto de vista. La primera vez que me di cuenta de que era víctima de abuso sexual tenía 40 años”.

“La gente en la que yo confiaba, los que representaban a Dios, eran unos falsos”.

Figueroa dice que decidió hablar después de que el hombre que abusó de ella murió.

Dice que sintió que era importante denunciarlo porque en ese momento, él todavía era considerado como un hombre sagrado y un santo por la gente dentro de su comunidad.

El caso de Doris Wagner-Reisinger

“Antes de que me abusaran sexualmente me abusaron espiritualmente: no me permitían leer libros, ni hablar con nadie sobre asuntos personales”, le dice Wagner-Reisinger a la BBC.

“Perdí la confianza en mí misma y me volví muy débil”.

“Después de cinco años en esta situación (un miembro varón de la comunidad religiosa) empezó a acercase a mí cuando estaba trabajando sola”.

“Venía a mi habitación y se paraba al lado mío y me hablaba”.

“Eventualmente empezó a abrazarme y, en un momento, vino a mi habitación por la noche y empezó a desvestirme y me violó”.

“Fue un shock. Yo entendí lo que estaba por pasar, pero no podía creerlo. Sabía que no estaba bien. Definitivamente no quería que ocurriera. Pero estaba totalmente convencida: él es un cura, esta es una comunidad sagrada, esto es imposible”.

“No podía entender que ocurrían abusos en este mundo, en este mundo perfecto en el que estaba viviendo. Me tomó años darme cuenta de que lo que estaba pasando era violación y de que no podía hablar de ello”.

“Tuve una crisis de fe severa: mi primer impulso fue pensar eso, si hablaba, dañaría a la Iglesia, así que Dios quiere que me quede callada. Era intolerable”.

“No quiero pensar en esa clase de Dios”.

“Eventualmente encontré a otro cura en la comunidad con el que pude hablar y, gradualmente, nos enamoramos. Yo sabía que, si Dios existía… él me había enviado a esta persona, a alguien que me amaba”.

Doris Wagner-Resinger abandonó su comunidad religiosa en Alemania y dejó la vida religiosa en 2011.

Se trata de la primera vez que el Sumo Pontífice reconoce estos abusos sexuales, un problema que según dijo “aún perdura” dentro de la institución y que la Iglesia está tratando de combatir.

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