“Dime con quién andas y te diré quién eres”, dice el viejo dicho que convenientemente puede ser utilizado. Jaime Cerrón andaba con catedráticos de la universidad de Centro, ayacuchanos radicados en Huancayo. Quienes teníamos curiosidad por la política en los claustros universitarios sabíamos de dos bandos bien marcados en el espectro marxista: moscovitas y pekineses, los primeros a los órdenes del comunismo ruso y los segundos a los chinos.
Cohabitaban con un espectro más amplio de organizaciones ideologizadas pero caudillistas, siguiendo esa deplorable naturaleza tan peruana. Fuimos testigos de ardorosas polémicas entre ellos. De ‘revisionistas’ y ‘ultras’ se tildaban. Bueno pues, entre nos, pregunte a unos de ellos – amigo mío–, y su respuesta inmediata y categórica fue: “Soy de Sendero Luminoso”.
Lo dijo antes del 17 de mayo de 1980, el día que Chuschi fue atacado por Sendero Luminoso, declarándole así la guerra al país, un día antes del retorno de la democracia después de la dictadura militar de 12 años.
MÁS INFORMACIÓN: Guillermo Bermejo con los días contados: rechazan tutela de derechos del implicado con Sendero Luminoso
Por la frustrada guerra popular del campo a la ciudad –desde ese mayo hasta la captura de Abimael Guzmán en 1992–, el senderismo entendió perfectamente que su denominación es aborrecida y cambia de fachadas hasta llegar al Movadef que encumbró a Pedro Castillo en la huelga de docentes del 2017.
Marco Guerra, de Patria Roja, acusa a los padres de Vladimir Cerrón de pertenecer al senderismo sin mostrar pruebas. No es el primero ni será el último en hacerlo. Si a los servicios de inteligencia –con toda su logística– les es difícil establecer categóricamente quién es senderista, ¿cómo así, a Guerra se le ocurre tal afirmación sin prueba de respaldo? ¿O no completa su versión?
Una cosa es el dicho y otra el elemento probatorio. Quienes estuvieron en la universidad del Centro por esos días oían murmullos y trascendidos. Lo cierto fue la sanguinaria lucha por el control de la universidad. Los senderistas vencieron a los emerretistas. En medio de la pelea cayeron inocentes y sospechosos no confirmados.
Después fue hallado muerto Jaime Cerrón, y la primera reacción fue acusar del delito a los militares. No obstante, un murmullo, un trascendido, una versión, un correveidile como tantos, señalaba que sus héroes –sus mártires, sus caídos– habían sido vengados. De novela, ¿ficción y realidad juntas?
*Por Manuel Gago / Analista
Más contenido de Expreso
Minedu: Esdras Medina exige inhabilitar a docentes terroristas
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.