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Hoy, 27 de julio, se conmemora el 188 aniversario del natalicio del almirante Miguel Grau Seminario. Por ello, la nación y el país entero, en reconocimiento a su amor por la patria, perenniza sus gloriosas acciones navales en expresiones artísticas como monumentos, bustos, pinturas, canciones, poemas, literatura y películas, como ejemplo para todas las generaciones.

Incluso, la Marina de Guerra junto con la Fundación Grau y el decidido apoyo de Telefónica del Perú, promueven una campaña de valores en torno a su legado llamada “Somos Grau, Seámoslo Siempre”.

Como testimonio fehaciente, en las grandes ciudades y en los pueblos más pequeños existe una plaza, avenida, calle, instituto o colegio que lleva su nombre; asimismo, en las instituciones públicas, las principales salas eternizan su memoria con cuadros del héroe y su entrañable monitor “Huáscar”.

Sus primeros años

Grau vio la luz un 27 de julio de 1834, en su cálida Piura, donde el mar de Paita y el trajín porteño ejerció influencia para definir su vocación marinera. A los nueve años se embarcó como grumete en la nave “Tescua”, el primero de una serie de navíos en los que forjó su temple naval.

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Inició su carrera naval como guardiamarina y a los 22, se graduó como alférez de fragata. Años más tarde, fue comandante de la corbeta “Unión”, con la que participó, el 7 de febrero de 1866, en el combate de Abtao, durante la guerra contra España.

En 1867, el capitán de fragata Grau se casó con la dama limeña, Dolores Cabero, de quien fue un abnegado esposo, ejemplar padre de diez hijos y un devoto hombre de fe, como lo testimonian sus cartas y fotografías.

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