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“El cielo se está nublando hasta ponerse a llorar y la lluvia caerá… luego vendrá el sereno.”- Recuerdo esta canción de “Los Iracundos” cuando pienso en Diana.

Me hablaron de ella los miembros de una familia que había entrado en Estados Unidos en busca de los sueños de América.

Hablaban de Diana como de un personaje legendario que –al salir ellos de su devastada Huancavelica– los había ayudado a instalarse en Lima y, con su ONG, les había proporcionado alimentos, ayuda médica, orientación y vivienda.

Como no sabían mucho más acerca de ella, se me ocurrió que tal vez era una santa inventada por los pobres.

Ellos eran la gente y el ámbito de la Consejería de Proyectos para los refugiados latinoamericanos, una ONG internacional que Diana Ávila Paulette ha dirigido durante veinte años. 

Toda Centro América con Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, y hasta Chile, Uruguay, México y Brasil han conocido el trabajo de esa organización.

En el libro “Una biografía no autorizada del mundo” de Michael Riordon, ella es la única latinoamericana, figura entre los diez importantes científicos y luchadores sociales que la Universidad de Columbia ha escogido para que describan cómo es nuestro planeta y cómo lo sufren los más pobres entre los pobres, las mujeres del campo.

Socióloga y periodista, estudió primero en el alemán Colegio Santa Úrsula, continuó en la Universidad Católica de Lima y, por fin, en la Universidad de Essex, Inglaterra.

Cuando la conocí, quise preguntarle por qué hace lo que hace.

-Porque, cuando faltan la justicia y el amor, el mundo está incompleto- me dijo.

Diana tenía ideas, pero sobre todo corazón. La vi consolando a una mujer cuyo marido e hijos acababan de ser encontrados, pero solamente estaba recibiendo sus restos.

-Si logro consolar a una sola persona, no habré vivido en vano- me explicó.

Hace 3 años, se perdió en el camino que va al cielo.

Por eso, decidimos mandarle hacer una misa. Una de sus amigas adujo que Diana no solía hacerlo y nos dio a entender que una persona culta y progresista no debería creer en Dios. Pero nosotros creemos que Dios es un nombre del amor, y está dentro del corazón de toda persona que lucha por la justicia. Por eso la recordamos cantando.

“Bajo un monte lleno de dinero y ambiciones siempre debe haber ese algo que no muere…El mundo está cambiando… y cambiará más”.

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