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Que se tenga noticias, nunca antes hemos estado sometidos a los efectos penosos de una pandemia tan grave, como la que ahora sufre el mundo entero por el Covid-19 y que va en camino de los dos años sin aún resolverse.

La gravedad de la situación ha generado que tanto en la ONU como en la OMS se trate el tema y se busquen soluciones y también la inmunización, para lo cual en varios países se ha investigado y luego producido vacunas, con la estimación de que, si un porcentaje altísimo de la población es vacunada, se logrará lo que se llama el efecto “rebaño”, en que incluso los no vacunados podrían estar inmunes.

Es también conocido que recién desde que Oscar Ugarte asumió la cartera de Salud en el último bimestre del 2020 se está vacunando a la población del Perú, lo que antes fue el reino del inmovilismo, esto es o no se hizo nada o simplemente lo poco que pudo hacerse, lo hicieron mal.

Ahora en el Perú, al igual que en el resto del mundo, hay personas responsables que acuden a vacunarse, mientras otros, en la orilla opuesta, irresponsablemente esquivan su obligación. Para superar el problema y hacer que los irresponsables cambien de actitud y se vacunen, en el mundo se han tomado las más variadas determinaciones, como por ejemplo estímulos económicos, implementación de pasaportes de salud para poder viajar, carnés de vacunados para acceder a ciertos establecimientos como para practicar determinadas labores.

Todo lo expuesto lleva al universo a preguntarse si hay obligación de vacunarse y que se sepa, no hay tratado internacional que lo obligue, aunque la Declaración de Bioética del 2005, consagra el principio y derecho del paciente a estar informado y a prestar libre consentimiento en temas de salubridad y medios para la recuperación de la salud o preventivos como son las vacunas.

Si bien la negativa a vacunarse por motivos religiosos suena razonable, la de excusarse en el derecho de protección del cuerpo evitando la intromisión de elementos no queridos, ello no parecería tener mayor sustento puesto que está proscrito el abuso del derecho y, por lo menos para los países que están, como el Perú, bajo la protección de la Convención Americana de Derechos Humanos, su artículo 32 inciso 2, define que “Los derechos de cada persona están limitados por los derechos de los demás, por la seguridad de todos y por las justas exigencias del bien común, en una sociedad democrática.” En resumen, no es otra cosa que el principio jurídico de que mi derecho culmina cuando empieza el de los demás y los demás también gozan del derecho a la salud.

Como vemos si por no vacunarse se puede ser contagiado y a su vez puede contagiar a terceros, obvio que el vacunarse es obligatorio, por lo cual debería hacerse campaña clarísima de difusión sobre tal obligación legal, moral y cívica de vacunarse.

Hay quienes quisieran que el hecho de no vacunarse fuese sancionado penalmente, puesto que el delito de exposición de persona en peligro solamente está circunscrito a afectar a menores de edad e incapaces. Esto nos parece extremo y habría que comenzar con crear conciencia ciudadana.

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