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Aquella noche una pareja se acariciaba apasionadamente cera a una vivienda de la Calle Uno 459, de la urbanización Los Sauces, Surquillo. Esa pareja era un par de policías que durante semanas venían haciendo con un grupo de sus compañeros un seguimiento a las personas que salían y entraban ahí.

Cuando sonó el timbre de la casa, salió a atender Martiza Garrido. Ni bien abrió la puerta, esa pareja con pistolas en manos irrumpió con brusquedad. Hubo algún breve forcejeo. Sonó un disparo. Los intrusos subieron al segundo piso, tiraron abajo una tabla y encontraron al “Cachetón” y a tres mujeres.

“Vi a Abimael Guzmán sentado en su escritorio, le apunté con mi revólver y le dije que si se movía lo mataría. Él estaba muy asustado y me dijo ‘cálmate muchacho’”, rememora el entonces joven de los besuqueos, el policía Julio Becerra, ahora casado con Cecilia Garzón, su entonces “novia” ficticia en esa memorable noche.

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El que cayó fue Abimael Guzmán, el “presidente Gonzalo”, el hombre más buscado del Perú, el fundador y cabecilla de Sendero Luminoso que causó directamente más de 40,000 muertes de 1980 a 2000.

El jefe de la Dirección Contra el Terrorismo, Ketín Vidal, estaba en su despacho cuando recibió una llamada: “El Cachetón, el Cachetón”. El general sabía que la operación fue un éxito.

’Le comunico que está detenido’, le dije. Se paró, me alcanzó la mano. Entonces agregué: ‘En la vida se gana o se pierde. Hay que saber ganar y saber perder’. ‘Sí’, me contestó”, rememora el oficial al semanario “Caretas” años después de la hazaña.

La noticia se filtró y la televisión comenzó la cobertura. El jefe de Inteligencia, Vladimiro Montesinos, se enteró por televisión. El presidente Alberto Fujimori estaba fuera de Lima, de pesca, y lo supo después. Una pequeña unidad de policías, el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN),que trabajó en busca de Guzmán por años incluso a espaldas del Gobierno y los militares, le había llegado la gloria.

Una detención a espaldas de Fujimori

Mientras el entonces presidente Alberto Fujimori disfrutaba de un paseo en la selva y su más cercano asesor, Vladimiro Montesinos, se encontraba en su casa, se enteraron de la captura hecha por un grupo de policías de Abimael Guzmán.

A las 20:40 horas del sábado 12 de setiembre de 1992 se puso en marcha la Operación Victoria, que concluyó exitosamente con su captura. La frase de los orgullosos policías era: “Positivo para el Cachetón”.

Tal fue el fastidio en el Gobierno que buscaba inmiscuirse en el trabajo del GEIN que le recortaron presupuesto. El general Antonio Ketín Vidal, a cargo de su captura, fue conminado por Fujimori y Montesinos, a lo que se negó. Según el emisario que enviaron, un coronel del Ejército, la idea era llevarlo al cuartel general.

Ante esta negativa, muchos de los comandos fueron transferidos a otras áreas y el grupo que logró la hazaña quedó operando sin mayor apoyo.

La paciencia fue el arma principal para lograr atraparlo

Mientras el país se desangraba por culpa de Abimael Guzmán y sus huestes, el cabecilla terrorista vivía cómodo en Lima. Maritza Garrido Lecca, su última protectora, era una bailarina clásica de la que era imposible sospechar que tuviera ideas extremistas. En la casa en que vivía con su esposo, Carlos Incháustegui, funcionaba una academia de ballet.

El escondite parecía inexpugnable, pero allí llegó el GEIN, con el liderazgo operativo de los coroneles Marco Miyashiro y Benedicto Jiménez. Durante meses vigilaron la casa, sembraron de agentes la cuadra, con la paciencia como arma principal.

Revisaron día a día la basura. Vieron ilógico que dos esposos flacos comieran tanto pan, o que el menudo Incháustegui usara calzoncillos “extralarge”, o que hubiera cremas para la psoriasis.

Ese 11 de setiembre de 1992, Guzmán caía en manos de la policía y fue recluido en la base naval del Callao hasta su muerte.

Toda esta estrategia se había iniciado el 31 de diciembre de 1991, cuando se allanó una vivienda en la urbanización Balconcillo, en el distrito de La Victoria, donde se encontraron nueve cajas con documentos y otros materiales, en una de las cuales se halló el famoso video “Zorba, el griego”, que registraba una reunión de la cúpula senderista. Ahí se comenzó a hacer historia.

Caído Guzmán, el senderismo se vino abajo.

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