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El nombre del médico nazi Josef Mengele, nacido el 16 de marzo de 1911 en Günzburg, Baviera, ha pasado por derecho propio a formar parte de la nómina de personajes siniestros de la historia, caracterizados por su sadismo y maldad.

El nazi Josef Mengele hacía desaparecer a los que llamaba de “razas inferiores”

Apodado por los presos en los campos de exterminio como el Ángel de la Muerte, Mengele realizó, durante años, crueles e inhumanos experimentos con la firme intención no solo de hacer desaparecer lo que él consideraba “razas inferiores”, sino también de perpetuar y acrecentar el desarrollo de la “raza aria”.

Pasaporte de Josef Mengele
Pasaporte de Josef Mengele

En la época en que Mengele cursó sus estudios en la Universidad de Múnich, el Partido Nazi ya era la segunda fuerza en el parlamento alemán. En 1937 se convirtió en asistente del genetista Otmar Von Verschuer, cuyas investigaciones con gemelos eran uno de los principales campos de interés del joven Mengele.

Fue el responsable de escoger a dedo a los que iban a la cámara de gas.

Pronto se dio cuenta de que si quería prosperar debía mostrar todas sus simpatías por los que posiblemente pronto serían los dueños de Alemania.

En el mes de mayo de 1937, Josef Mengele presentó su solicitud para afiliarse al partido nazi, y en 1938 a las SS. Ya como miembro del partido y habiendo ingresado en la élite de las SS, el médico intentaría ser destinado a alguna de sus divisiones. Mengele recibió formación militar por parte de la infantería de montaña y en 1940 fue reclutado por la Wehrmacht, las fuerzas armadas del Tercer Reich.

Destinado a Ucrania en 1941, Mengele fue condecorado con la Cruz de Hierro de Segunda Clase y al año siguiente se unió a la Quinta División Panzergrenadier SS Wiking como oficial médico.

A lo largo de su servicio recibió numerosas condecoraciones, entre ellas la Cruz de Hierro de Primera Clase, la Medalla de Herido y la Medalla por el Cuidado del Pueblo Alemán, que le fue concedida por rescatar a dos soldados del interior de un carro de combate en llamas. Durante el verano de 1942, Mengele resultó herido de gravedad cerca de Rostov y fue declarado no apto para el servicio activo.

 

DESTINADO COMO MÉDICO AL CAMPO DE EXTERMINIO DE AUSCHWITZ

Mengele ostentaba en aquel momento el cargo de capitán de las SS, y fue destinado como médico al campo de exterminio de Auschwitz. Para Mengele aquel destino era un sueño hecho realidad.

Selección de judíos
Selección de judíos

Cuando Mengele llegó a Auschwitz, el lugar estaba atestado de prisioneros; se ha calculado que unas 140.000 personas se hacinaban en aquel inmenso campo protegido con todas las medidas de seguridad y del cual resultaba prácticamente imposible escapar. 

En palabras del comandante del campo, Rudolf Hess, su finalidad era “la reclusión y el exterminio a escala industrial”. En efecto, en Auschwitz en un solo día podían ser asesinadas unas nueve mil personas en las cámaras de gas.

Este horror queda perfectamente descrito por Miklós Nyiszli, un prisionero que ejercía como médico en el campo: “Una inmensa chimenea cuadrada hecha de ladrillo rojo se elevaba como un huso hacia lo alto.

Estaba especialmente atacada por las enormes lenguas de fuego que se elevaban entre las barras de iluminación. Intenté imaginarme qué guiso infernal requeriría ese fuego tan tremendo. Una ligera brisa trajo el humo hasta mí. La nariz y luego la garganta se me llenaron del hedor nauseabundo de carne quemada y de pelo chamuscado”.

UN ÁNGEL PERVERSO

Apodado el “Ángel de la Muerte” por los presos, Mengele se paseaba frente a ellos impecablemente vestido y blandiendo un bastón con el que indicaba quién debía ir directamente a las cámaras de gas o quien tenía la “suerte” de ser destinado a trabajos forzados. 

De la crueldad de que hacía gala Mengele da fe su actuación durante un brote de tifus que estalló en el campo. El despiadado médico solventó rápidamente la situación enviando a la cámara de gas a unas 1.600 personas entre hombres, mujeres y niños de etnia judía y gitana. Posteriormente los barracones fueron desinfectados y ocupados por otros presos que iban llegando al campo.

PRÓFUGO DE LA LEY

Refugiado en el tristemente célebre pabellón número diez, Mengele llevó a cabo allí toda una serie de despiadados experimentos con seres humanos, a cuál más espantoso. El médico experimentaba con personas con enanismo, pero sobre todo con gemelos.

Quería conocer su génesis para, de esta manera, potenciar el nacimiento de niños arios con los que reforzar el futuro Reich que debía durar mil años. Uno de sus objetivos era modificar la pigmentación del iris con el fin de lograr más niños con ojos azules.

Para ello, Mengele les inyectaba en los ojos diversas soluciones, lo que acababa produciéndoles graves infecciones e incluso la ceguera. Evidentemente no todos sobrevivían a tan cruel tratamiento. Los ojos de sus víctimas, así como algunos de sus órganos internos, eran enviados al Instituto Kaiser Wilhelm de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia de Berlín.

La etiqueta del contenedor estaba marcada como “Material de Guerra-Urgente”. Otro de sus espeluznantes experimentos consistía en inseminar artificialmente a las prisioneras que presentaban antecedentes familiares de gemelos.

Tras el parto, si la pobre mujer solo paría un bebé, este era depositado aún con vida en el horno donde se arrojaban los desechos biológicos y la madre era llevada de inmediato a la cámara de gas.

Al finalizar la guerra, y a pesar de que Mengele fue detenido por el ejército norteamericano y trasladado a un campo de internamiento, este no pudo ser identificado entre otras cosas por no llevar tatuado su grupo sanguíneo en el brazo como era preceptivo al ingresar en las SS.

Mengele fue buscado con insistencia. Tanto los gobiernos de la República Federal Alemana como el de Israel, el Centro Simon Wiesenthal e incluso el periódico The Washington Times ofrecieron enormes sumas de dinero a quien lograra capturarlo; asimismo el Mossad, el célebre servicio de inteligencia israelí, organizó varias operaciones para capturarlo, tanto en Argentina como en Brasil, aunque todas ellas fracasaron.

NO PAGÓ POR SUS CRÍMENES

Protegido por la comunidad alemana filonazi de Brasil, Josef Mengele murió el 8 de febrero de 1979 ahogado en la playa de Bertioga a los 68 años a causa de un infarto cerebral. El criminal de guerra nazi falleció sin haberse visto obligado a dar ni una sola explicación por sus abominables crímenes.

Mengele fue enterrado con una identidad falsa, la de Wolfgang Gerhard. Este era el nombre de un amigo austríaco que lo había acogido en Brasil y que el “Ángel de la Muerte” usaba desde el fallecimiento de aquel en 1975. Así, tras la muerte de uno de los criminales nazis más buscados de todos los tiempos empezó la odisea de la identificación de sus restos. Pero esa ya es otra historia…

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