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En su natural esfuerzo por sobrevivir, el SARS-CoV-2 evolucionó y perfeccionó su mecanismo de infección, dando origen a nuevas variantes y subvariantes virales. Así fue que se volvió más transmisible y logró evadir tanto la inmunidad generada por las vacunas como la que otorga una infección previa. Pero si bien las personas siguen contrayendo COVID-19, lo cierto es que la mayoría de los casos en la actualidad son leves o moderados.

El tratamiento experimental podría ser una terapia potente para disminuir la hiperinflamación

¿Quiénes mueren hoy a causa del SARS-CoV-2? Los pacientes añosos, aquellos no vacunados o con intervalo mayor a cuatro meses desde la última dosis, la mayoría con comorbilidades, tales como enfermedades oncológicas, oncohematológicas, trasplantadas, con EPOC y diabetes principalmente, según refieren los especialistas.

Son aquellos que no pueden hacer frente a la gran cascada inflamatoria que provoca el nuevo coronavirus en el organismo quienes más se verán beneficiados por un nuevo tratamiento que investigan en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, y que se presenta prometedor para prevenir la muerte y la necesidad de asistencia respiratoria en pacientes hospitalizados en grave estado a causa de la infección.

Es que según vieron los investigadores, un tratamiento experimental con nanopartículas de dendrímero denominado OP-101 podría ser una terapia potente para disminuir la hiperinflamación y promover la reparación celular en personas con COVID grave.

El trabajo fue liderado por Sujatha Kannan, profesora de Anestesiología y Medicina de cuidados críticos y pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, quien junto con su marido, el doctor Kannan Rangaramanujam, desarrollaron el OP-101.

Unieron un potente fármaco antioxidante/antiinflamatorio conocido como n-acetil cisteína (NAC) a una nanopartícula 100.000 veces más pequeña que el grosor de una hoja de papel. Cada nanopartícula tiene un número de moléculas del fármaco unidas a ella, y puede entregar el fármaco específicamente a las células inflamatorias llamadas macrófagos.

“Se hizo un estudio clínico en muy poquitos pacientes (24) en los cuales se dio en forma intravenosa esta medicación y en otro grupo menor se dio placebo. Y lo que se vio es que a los 30 días, 71% de los pacientes que recibieron placebo morían o requerían ventilación mecánica, y de aquellos que habían recibido la droga solamente 18% se morían o requerían asistencia respiratoria”.

Oscar Cingolani es médico cardiólogo, profesor de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins y director asociado de la Unidad de Cuidados Críticos de la misma universidad, y ante la consulta de Infobae destacó que, “si bien se trata de un dato preliminar, con pocos pacientes, es muy prometedor si se observa el resultado de esta droga en la desactivación de la inflamación y la reducción de 71% a 18% las posibilidades de morir o requerir asistencia respiratoria mecánica”.

Y tras resaltar que “en esta Fase 2 no hubo ningún efecto adverso grave reportado, lo que, si bien se probó en muy pocos pacientes, genera esperanzas sobre todo para aquellos que tienen posibilidad de desarrollar un COVID severo y terminar en terapia intensiva”, el experto señaló que “ahora lo que vendrá es la Fase 3, en la que se debe estudiar mayor cantidad de pacientes, a doble ciego (es decir que no se sabe quién recibe placebo y quién el complejo activo) y también evaluar a mayor largo plazo si hay efectos adversos”.

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QUÉ SE SABE DE LA DROGA

Para comenzar, el médico infectólogo Pablo Bonvehí (MN 62648) aclaró ante la consulta de este medio que “lo que se debe recordar es que la hiperinflamación del propio organismo en respuesta a la infección por el virus del SARS-CoV-2 produce daño y esto conduce a formas graves de la enfermedad. Esta se produce, en parte, a través de la respuesta de unas células defensivas del organismo, que son los macrófagos”.

Según explicó el integrante de la Comisión de Vacunas y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi),“esta droga, OP-101, es un conjugado de hidroxil-poliamidoamina dendrímero-N-acetilcisteína, que se dirige específicamente a los macrófagos activados y mostró una mejora en los resultados en modelos preclínicos de inflamación sistémica y de neuroinflamación”.

En este punto, Cingolani aportó que “esta sustancia OP-101 está compuesta por varias otras, entre las cuales hay una muy conocida que se llama N-acetilcisteína, que es un antioxidante”. “Pero lo importante es que se vio que la nanopartícula inyectada en pacientes con COVID severo logró desactivar o aplacar a una parte de las células inflamatorias del organismo llamadas macrófagos, y al desactivarlas se reduce la inflamación que genera, con el aumento de trombosis, daño pulmonar, cerebral, y demás”, sostuvo el experto.

Acerca de en qué radica la novedad del tratamiento en estudio, consideró que “esta droga no actúa en la primera fase de la enfermedad contra el COVID en sí mismo, sino que su acción se da una vez que el COVID ya desencadena la respuesta inflamatoria. Esto es lo novedoso, ya que se trata de un medicamento que no combate a la enfermedad en sí sino a las consecuencias que esta genera, que es toda la inflamación que produce en el cuerpo humano, que es lo que en definitiva termina matando a las personas”.

“Con la amplia vacunación que tenemos en esta etapa de la pandemia, estamos viendo muchos más casos leves, con lo cual esta droga, que sería dirigida a prevenir casos severos, es realmente algo muy bueno y llega en una época en la que es muy necesaria porque realmente ahora lo que se trata de evitar no son los casos de COVID, sino los casos severos”, amplió en diálogo desde los EEUU.

Y resaltó que “mucha gente está teniendo COVID pero la gran mayoría de los casos son leves a moderados, entonces esta droga sería de gran utilidad para tratar a aquellos que no se vacunaron, o la vacuna fue menos eficaz y son propensos a tener COVID severo”.

La entrada Cómo es la terapia con nanopartículas que promete curar los casos graves de COVID-19 se publicó primero en El Men.