En el corazón de Arequipa, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, se alza una joya arquitectónica que narra, piedra a piedra, la capacidad de adaptación de un pueblo marcado por terremotos y renacimientos. La Casona San José, ubicada a pocos pasos de la Plaza de Armas, no es solo una estructura: es un viaje en el tiempo donde el siglo XXI se funde con el legado colonial, republicano y moderno. Bajo el lema “Encanto histórico, experiencias modernas”, este espacio reabrió sus puertas en junio de 2023 como un testimonio vivo de cómo Arequipa honra su pasado mientras abraza el futuro.
La resiliencia hecha piedra
Fundada en 1540 por García Manuel de Carbajal, Arequipa ha enfrentado innumerables sismos que derribaron sus estructuras, pero nunca su espíritu. La Casona San José, erigida en un solar asignado durante la fundación, encapsula esta lucha. Aunque su fachada actual data de 1870, reconstruida tras el devastador terremoto de 1868, sus cimientos guardan secretos más antiguos. Bajo sus patios, a 80 centímetros de profundidad, yacen sillares coloniales, testigos mudos de reconstrucciones previas, como la motivada por el sismo de 1784.
El arquitecto William Palomino, experto en restauración, destaca cómo la casona resume cinco siglos de evolución arquitectónica: desde arcos barrocos tallados con azadas, herramientas prehispánicas, hasta techos republicanos sostenidos por rieles de hierro. Cada grieta, cada sillar, cuenta una historia de adaptación.
Restauración con alma neoarequipeña
Entre 2019 y 2023, la diseñadora Carla Morán lideró una meticulosa intervención que devolvió el esplendor a la casona, entonces degradada a tugurio. El reto fue equilibrar preservación e innovación. Se retiraron capas de cemento que ocultaban paredes de sillar, se recuperaron bóvedas coloniales y se integraron elementos modernos: cableado empotrado, grifería contemporánea y estructuras aligeradas revestidas con sillar.
El resultado es el llamado estilo neoarequipeño, donde la madera natural, el fierro forjado en lámparas y barandales, y los detalles artesanales dialogan con líneas minimalistas. “No se trata de congelar el tiempo, sino de hacerlo coexistir”, explica Morán. Hasta los clavos originales, como el que sostuvo una puerta barroca en el zaguán lateral, fueron preservados como reliquias.
Un espacio que invita a vivir la historia
Hoy, la Casona San José es más que un monumento: es un punto de encuentro. En su primer patio, bajo bóvedas que mezclan sillares coloniales y republicanos, The Siamés ofrece cafés y postres en un ambiente que evoca salones decimonónicos. En contraste, el Lounge del Brujo sorprende con coctelería “mágica” y platos veganoperuanos, mientras Boticario brinda gin artesanales bajo techos republicanos.
Para los amantes del diseño, Gunz exhibe accesorios de cuero y plata en ambientes que respetan muros originales del siglo XVII. Cada local, cuidadosamente seleccionado, refuerza la filosofía del lugar: comer, comprar o descansar aquí es sumergirse en un patrimonio que late.
Yam y Aracely, y pronto nuevas marcas próximas a abrir sus puertas en Casona San José.
Detalles que cuentan historias
Caminar por la casona es descubrir capas de tiempo. En el primer patio, un arco neogótico de 1930, posible altar familiar, contrasta con las iniciales E, C y A forjadas en hierro, legado de Elena Castro de Arboleda, quien habitó el lugar en los años 30. En el segundo patio, los pabellones de 1920, antes cuartos de alquiler, conservan techos planos sobre rieles, rareza arquitectónica que sobrevivió a demoliciones.
Hasta la huerta original, ahora tercer patio, renació como un oasis urbano. “Quisimos que cada rincón educara”, comenta Palomino. Incluso las nuevas áreas, construidas con materiales ligeros y sillar, replican técnicas ancestrales, probando que la tradición puede reinventarse.
Un legado para el futuro
La restauración de la Casona San José no solo rescató una estructura: revitalizó un fragmento del Centro Histórico. Según la Unesco, Arequipa destaca por su fusión de técnicas europeas e indígenas en sillar, algo que este proyecto celebra y amplifica. Con inversión privada y supervisión del Ministerio de Cultura, la casona se erige como modelo de turismo sostenible, donde historia y comercio se alimentan mutuamente.
¿Por qué visitarla? Porque aquí, el pasado no es un museo. Es el marco de experiencias cotidianas: un café entre amigos, un cóctel al atardecer, un regalo buscado entre joyas y telares. Arequipa, ciudad que se reinventa tras cada sismo, encuentra en la Casona San José un símbolo de su identidad: resiliente, elegante y eternamente joven.
Ubicación: Calle San José 117, Cercado.
Horario: Todos los días, de 10:00 a 20:00.