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Después de haber anunciado que los miembros de mesa también tendrían prioridad para la vacunación y que podrían ser inmunizados la primera y la cuarta semana de marzo, el ministro de Salud, Óscar Ugarte, ha dicho recientemente que no necesariamente van a estar vacunados antes de los comicios. “Con relación a las personas que participarán en el proceso electoral, aclaramos con el jefe de la ONPE que esto no es un prerrequisito para su participación en las elecciones”, manifestó durante su presentación ante el Congreso.

Según Ugarte, se ha planteado que los miembros de mesa sean compensados siendo prioritarios en los padrones de vacunación, “pero no necesariamente tiene que ser eso antes de las elecciones”. Después, dijo que sí se iniciará la vacunación a estos integrantes antes de las elecciones, pero que ello continuará posteriormente a los comicios y recordó que existe un protocolo para ellos durante el proceso electoral, que implica el uso de los equipos de protección personal.

Habría que preguntarse, entonces, para qué hizo tal ofrecimiento, cuando mejor se hubiera dedicado a resolver el tema de la escasez de oxígeno. Eso verdaderamente que debe ser la prioridad para este Gobierno. Hay mucha gente que duerme en la calle haciendo cola con pesados balones a la espera de una recarga. Tal es la desesperación que algunas personas salen de Lima y van hasta Chincha (Ica) para conseguir que les recarguen un balón del vital insumo para que su familiar no muera asfixiado.

Ya es hora, pues, de que el Gobierno se ocupe de este problema y no deje con cargar con todo el peso a la iglesia que, por el momento, es la única institución que hace causa común con algunas empresas privadas para dotar de plantas de oxígeno a las regiones donde hay más pacientes críticos con Covid-19. Si la iglesia ha podido hacerlo, con mayor razón debería involucrarse el Ejecutivo porque es su responsabilidad garantizar la vida de todos los ciudadanos, especialmente en esta época de pandemia.