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Los resultados del primer conteo rápido de la segunda vuelta electoral presentada en los canales de televisión a las 7 pm, literalmente pintó al Perú de rojo. Según esas cifras, 17 regiones habían votado por Perú Libre y solo nueve lo habían hecho por Fuerza Popular. Todos los analistas han coincidido en señalar que ese resultado expresa un voto de protesta que Keiko Fujimori no supo captar y que encumbraron a Pedro Castillo a pesar de sus limitaciones.

Los más significativo es que las regiones en las que el voto de protesta es mayor se encuentran las mineras Apurimac (Las Bambas),Cajamarca (Newmont),Arequipa (Cerro Verde),Pasco (Volcan),Ancash (Antamina),Moquegua y Tacna (Southern y Anglo American). Ayer Roque Benavides, expresidente de Confiep y propietario de Minas Buenaventura, se percató de este hecho y ensayó una hipótesis explicativa: el estado ha fracasado. Lo que olvidó es que históricamente los trabajadores mineros fueron de lo mejor pagados, con sindicatos reconocidos y con condiciones de vida envidiables. Ahí están las antiguas viviendas de la Cerro de Pasco en La Oroya o de la IPC en talara. Fue cuando el capitalismo salvaje, gracias al gobierno de Alberto Fujimori y la Constitución de 1993, desapareció todo eso. Echarle la culpa al Estado inútil que los empresarios ayudaron a construir resulta casi una broma de mal gusto.

Las otras regiones levantiscas son las olvidadas de siempre, Ayacucho, Huancavelica, Madre de Dios, Amazonas, Puno, en la que efectivamente el Estado es inexistente. Solo un dato, Amazonas sigue teniendo solo un médico para cada 2,000 habitantes. El centralismo que siempre ha asfixiado, ahora con pandemia ahorca.

La solución es que la minería en lugar de dejar enormes tajos abiertos depredados deje también desarrollo agrario. Y que el Estado se descentralice, de verdad. El problema es que en ninguno de los dos planes de gobierno de los candidatos hay una cabal comprensión de estas cuestiones. Y ello exige no solo al ganador, sino también al perdedor un esfuerzo adicional para tratar de entender mejor la realidad del país con el concurso de la universidad, los colegios profesionales y las ONG, fuera del círculo vicioso de la desprestigiada clase política para forjar un nuevo liderazgo que relance el destino del Perú.