Super Mensajes

Texto: Alejandro Arteaga

Fotos: Alberto Valderrama

 

La madrugada de ayer fue la más larga de su vida para cientos de peruanos que siguen esperando por el oxígeno en las afueras de la planta Martin en la avenida El Sol en Villa El Salvador.

Si bien es cierto que con las recientes inauguraciones de la planta de oxígeno en el Sisol de San Juan de Lurigancho, en Surquillo y el incremento del mismo en Pisco, las colas de centenares de familiares de pacientes de coronavirus no paran de crecer.

En la madrugada, y en espera del oxígeno, todos somos iguales. Se forman filas de varios días de espera en donde un familiar está en un punto y otro en otro lugar esperando igualmente por oxígeno. Pese a esta tragedia, algunos dejan palos en lugar de sus balones, ello para evitar que se roben el envase metálico. Para no creerlo.

Carpas, sillas, frazadas en el suelo y la misma tierra son en estos momentos de incertidumbre un pequeño lujo que algunos se pueden dar, se ve desconcierto, cada llamada telefónica es un nudo en la garganta para muchos. En el lugar reina la angustia, a veces el desorden sin llegar al caos, sin embargo, para todos, el sabor de impotencia es el mismo. La misma angustia, el mismo dolor, la misma incertidumbre, la misma enfermedad.

Colas con balones de oxígeno

Hermanos improvisan una mesa para desayunar.

Colas con balones de oxígeno

Familiares se ordenan para formar la cola.

Colas con balones de oxígeno

Unos llevan dos balones por tener dos familiares enfermos.

Colas con balones de oxígeno

Amanece y con la esperanza en conseguir oxígeno.

Colas con balones de oxígeno

Para evitar robos, familias se turnan para vigilar.

Colas con balones de oxígeno

Familiares duermen en la calle.