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Tradicionalmente, la hora nona es aquella en la que los monjes de convento rezan y cantan. Para el vulgo, en cambio, es la hora final, en la que se define un tema v se abandona toda esperanza.

Ayer la hora nona para los candidatos era la publicación de la última encuesta creíble, la de la empresa Ipsos que no podía arriesgar su prestigio local ni su exposición a una auditoría internacional a un dato errado, «conversado» o simplemente trucho que pusiera a Keiko Fujimori por encima de Pedro Castillo. En lugar de ello, Ipsos entregó un resultado que le da al candidato de Perú Libre casi dos puntos por encima de la candidata de Fuerza Popular.

Es decir, de poco han servido los Vargas Llosa, el sermón lacrimógeno de Gisela Valcárcel o el verbo chorado de Chibolín y Magaly Medina en contra del profesor, que sigue ocupando el primer lugar en las preferencias medidas.

Desde el punto de vista estadístico, la diferencia a favor de Castillo no es relevante. Con un 2.3% de margen de error, ese resultado podría significar perfectamente que Keiko Fujimori es quién está adelante y que Castillo «ya fue». Pero desde el punto de vista social, refleja una desconfianza total en las promeses de arrepentimiento de Keiko Fujimori. Triste destino de la heredera de una dinastía que nunca pudo ganar una elección bajo su liderazgo y que ahora parece que también será derrotada.

Los indecisos se han definido, los adultos mayores han jurado salir de su ostracismo para votar por Keiko, los que vician sus votos están listos a escribir su opción en la cédula electoral.

A esta hora se puede hacer ya muy poco para cambiar las tendencias. Ni la tía monja, ni el gerente de la empresa, ni el charlatán contratado de la calle han logrado domeñar la esperanza de cambio que trae la candidatura de Castillo ni han logrado hacer creer el arrepentimiento y conversión de la candidata del fujimorismo que, cada, vez se rodea de personajes cuestionados.

En la hora nona, los electores solo tendrán que conversar con el ánfora y escuchar la voz de su conciencia. ¿Cambio o continuidad? La mayoría quiere un cambio sustantivo. La encuesta telefónica te acosa, cierras los ojos, te sientes presionado, pero marcas un lápiz. Para escribir una historia diferente y nueva.