Por Armando Martín Barrantes Martínez,
Magister en Gerencia Social PUCP. Doctorando en Política Fiscal y Sistemas Tributarios UNMSM.
La presidencia de Dina Boluarte parece estar llegando a su fin de manera inevitable, no solo por su pésima gestión, sino también por la actitud prepotente y matonesca de algunos de sus ministros. Un caso emblemático es el de Morgan Quero, el mismo energúmeno que se atrevió a justificar las violaciones de niñas diciendo que eran una “práctica cultural”, y que también está envuelto en un escándalo de extorsión contra el cuestionado ex primer ministro Otárola. La bestia Quero, en lugar de asumir su responsabilidad o buscar soluciones a los problemas del país, insulta a los transportistas, quienes, según él, quieren “tomar de rehenes” a la población por protestar contra la frívola presidenta Boluarte.
Dina Boluarte ha adoptado, al igual que el emperador Nerón, una actitud de indiferencia y destrucción, mientras el Perú arde en el caos. Su gobierno y sus ministros, lejos de brindar soluciones, se dedican a pelearse por el botín político como en las viejas películas de gánsteres, donde los bandidos luchan por el control del territorio. Mientras tanto, el país se enfrenta a una ola creciente de delincuencia, con sicarios y secuestradores sembrando el terror en cada rincón.
Cada día se multiplican los casos de extorsiones, asesinatos por encargo y robos, mientras el gobierno se muestra incapaz, o quizás desinteresado, en hacerle frente.
La única salida racional y viable es un adelanto de elecciones, legalmente es posible si hay decisión y conciencia de nuestras autoridades. Urge está decisión. Es más, el entorno de su protegido hermano, Nicanor Boluarte, está rodeado de sospechas y presuntas acusaciones de corrupción, lo que hace aún más insostenible su permanencia en el poder. ¿Cuántos más deben sufrir antes de que se tomen medidas drásticas? El país ya no soporta más a una presidenta que, en lugar de liderar con firmeza y responsabilidad, está dejando que el Perú se consuma en las llamas del caos. Boluarte es un Nerón moderno que observa desde su palacio como la nación arde, y a quién no le importa nada, más que no perderse los capítulos de sus novelas turcas y soñar con el humo que le vende su hermanísimo de una jubilación en tierras lejanas libres de extradición.