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El abuso sexual en menores es un tema incómodo para la sociedad y, a la vez, muy recurrente. Por ello, la psicóloga clínica Selene Saenz, quien ha recibido y tratado muchos casos de este tipo, decidió utilizar la literatura para ser la voz de aquellas víctimas que callan por diversos motivos, ayudando, además, al entorno a comprender las señales que manifiesta un menor que sufre estos abusos.

Perú21 conversó con la autora de Valiente, nunca silenciada (editorial Gato Viejo, 2024).

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¿Por qué Psicología?

Siempre me ha dado curiosidad el comportamiento de las personas, las razones detrás de… Cómo alguien puede actuar de determinada forma o tomar decisiones que pueden llevar incluso a la muerte o la autodestrucción. Me interesó evitar estas cosas; es mi forma de ayudar.

Es tu vocación.

Sí, desde joven, y decidí estudiar esta carrera. Mi papá es ingeniero civil y quería que estudie Administración de Empresas, pero lo mío era la Psicología. Disfruto mucho lo que hago, ayudando. Es algo a lo que me dedicaría toda la vida, me apasiona.

Selene Saenz ha atendido muchos casos de abuso a menores, algo que la motivó a darle voz a estas víctimas en su libro. Foto: Javier Zapata
Selene Saenz ha atendido muchos casos de abuso a menores, algo que la motivó a darle voz a estas víctimas en su libro. Foto: Javier Zapata

¿Cómo decides tocar el tema del abuso sexual?

Por el poco aporte que hay, la poca información sobre estos temas que son realmente incómodos de tocar. Cuando quise buscar referencias para hacer el libro, fui a varias librerías y la verdad es que era muy escasa la información sobre el tema del abuso sexual. Aproveché la literatura para brindar ciertas pautas para los padres, las personas que tienen a cargo a un menor, para identificar si el niño o adolescente está sufriendo este tipo de abusos sexuales.

¿Para entender las señales?

Sí, hay indicadores. En el personaje de mi cuento, Maite, inspirada en una de mis pacientes reales, se puede observar un cambio brusco después del abuso que sufre. Su carácter cambia radicalmente como suele pasar en estos casos: hay un aislamiento, una pelea constante con el mundo, dejando de sentirse bien con las actividades que antes le gustaban, incluso cambios en la vestimenta. Estas son algunas señales que se ven en estos casos.

¿Qué tan complicado es tratar con estos casos?

Es fuerte. La estrategia y herramienta valiosa que tenemos en estos casos es escuchar al menor, ser un confort para ellos. A veces, cuando les cuentan a sus padres, lo primero que escuchan es un “¿por qué no lo dijiste antes?”, y esto los hace sentir aún más incómodos. Los padres muchas veces no están preparados para recibir este tipo de noticias y pocas veces saben cómo lidiar con el hecho de que sus hijos han sido vulnerados.

¿Necesitan también ayuda?

Sí, claro, tanto la víctima como los padres deben tener un acompañamiento para poder ayudar al menor desde su posición. Lo que se recomienda es prestar una escucha activa, empática, validar sus emociones sin usar frases como “ya pasó” o “ya va a pasar”. Estas cosas invalidan los sentimientos de la víctima. Escuchar con respeto es un aporte muy grande y entender que este es un proceso largo, puede tomar años superar esto y la idea no es que olvide el abuso. La idea es lidiar con ello.

¿Con tratamiento se puede superar?

Sí. Por eso es clave el acompañamiento. A la víctima le cuesta comprender que en ella no hay una falla, que no ha sido culpable de lo que ha pasado; y es que hay que tener en cuenta que el victimario suele usar frases para defenderse, que van desde el “tú me provocaste” o “tú tienes la culpa” o “has querido que pase esto”. El menor no sabe cómo gestionar esto, no lo comprende y crece pensando que algo en él provocó el abuso. Es importante entender también que los victimarios son manipuladores y no tienen empatía.

¿En los casos que has visto, los victimarios son familiares cercanos?

Sí, lamentablemente. Es un mito que me gustaría romper, que el victimario es una persona extraña. En el 90% de los casos que he visto, se trata de personas cercanas al núcleo familiar. Es más, las víctimas los ven como personas queribles, de confianza y estos aprovechan esto. Generalmente son familiares muy cercanos y es una realidad cruda.

¿Es común el sentimiento de culpa?

Sí, aunque lo más normal entre comillas es querer que esto se olvide, es la visión que tienen muchas personas de tratar esta situación, pero no es la solución porque no se puede olvidar este tipo de cosas. Es imposible.

¿Cómo se trata esta culpa?

La persona abusada tiene que entender que es una víctima, tal cual, no tiene culpa de nada, es inocente de este acto. Es algo que te marca en el alma y el corazón, pero que no rebaja tu valor como persona. Los pensamientos que más pasan por la mente de las personas que han sido abusadas son el “yo no valgo”, “yo estoy dañada”, “hay algo malo en mí”; son pensamientos irracionales muy comunes que no son correctos.

¿Qué mensaje les darías a las víctimas de abuso que no han hablado de ello?

Nunca es tarde para pedir ayuda, siempre es un acto de valentía, una demostración de amor propio. Hay situaciones que no podemos manejar solos. El no hablar del abuso no va a curar, no sanará las emociones heridas. Si hubo sentimiento de culpa, pedirnos perdón porque esta situación no ha sido algo que provoca la víctima. Aunque hayan pasado décadas del abuso, no quiere decir que ya la herida está curada; es un tema pendiente que seguro se ha manifestado de muchas formas que podrían ser perjudiciales para la persona y su entorno. Olvidar no es curar.

AUTOFICHA

  • “Soy psicóloga clínica (Centro Psicológico Jano) y he atendido muchos casos de abuso sexual en menores en edades de entre 8 y 12 años perpetrados en su mayoría por parientes cercanos a la víctima. Estudié y atendí a pacientes con psicopatía y trastorno de la personalidad en investigación criminal”.
  • “Como psicóloga, mujer y madre me veía en la obligación de escribir este cuento para que nunca más ninguna niña y adolescente calle tanto dolor y sufrimiento; también para que los padres sepamos identificar las señales que nos puedan estar dando nuestros hijos”.
  • “Mi cuento Valiente, nunca silenciada motiva a las víctimas a denunciar y hablar de lo sucedido, como es el caso de la protagonista del cuento, Maite. Se puede encontrar en las librerías Vallejo, El Virrey (Miraflores y Centro de Lima),La Familia, Estruendomudo y en Arequipa en las librerías Fabla y Licántropo”.

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