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Los congresistas siguen desbocados, no les importa nada, ya han perdido hasta la vergüenza para seguir pretendiendo destruir la institucionalidad del país y desestabilizar la democracia, con acciones que buscan destruir el equilibrio de poderes, que son los cimientos de un sistema democrático.

Ahora el objetivo es el presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Jorge Salas Arenas, que tiene una acusación constitucional que los congresistas están agilizando en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales; porque pretenden sancionarlo y defenestrarlo del cargo con un argumento írrito, que pretende responsabilizarlo por una observación que hizo la Contraloría General de la República (CGR) en la contratación de los servicios profesionales de Fernando Tuesta Soldevilla. La CGR cuestiona su experiencia profesional, argumentando que no cumplía el requisito de tres años de experiencia, cuando es sabida y es evidente la experiencia e idoneidad de Tuesta en temas electorales, al extremo que es uno de los docentes más reconocidos de la Escuela Electoral y Gobernabilidad ESEG del JNE.

Pero al final, no importa la experiencia nacional e internacional de Tuesta, que por cierto es reconocido en muchos países como especialista en temas electorales, al extremo de ser convocado como observador en diferentes elecciones presidenciales en Latinoamérica y hasta en EE.UU., por lo que es risible y absurdo que se insinúe algún tipo de favorecimiento o direccionamiento en su contratación.

Seamos claros, el objetivo de esta nueva arremetida del Congreso sería sancionar a Salas Arenas porque quieren tomar el control del JNE, como parte de la estrategia que tenían para tener un control en las instituciones del sistema electoral y así podrían tener la cancha libre con miras a las próximas elecciones, para colocar en puestos estratégicos a sus allegados.

También se suma al hecho que se la tienen jurada a Salas Arenas, porque supuestamente no reconoció el fraude, favoreciendo a Pedro Castillo en su elección, argumento falaz que no tiene evidencias y menos pruebas que lo demuestre; al contrario, todos sus intentos de enlodar el proceso electoral pasado fracasaron porque jamás existió un fraude, lo que hubo es una pataleta de malos perdedores que no saben respetar los resultados electorales, reiteradas veces.