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Así se titula una película de 1985 del destacado director taiwanés Edward Yang, pero la historia que nos ocupa es distinta.

La actual República Popular de China (RPC) es un sistema totalitario que hereda el legado de la dictadura del partido nacionalista Kuomintang, que gobernó la República de China desde 1912 hasta 1949, cuando las fuerzas guerrilleras comunistas lideradas por Mao Tse Tung prevalecieron sobre las tropas de Chiang Kai-shek. Tras su derrota en 1949, Chiang Kai-shek y alrededor de dos millones de nacionalistas emprendieron un éxodo hacia la isla de Formosa, anteriormente colonia española y luego japonesa, fundando así Taiwán.

Desde que Xi Jinping asumiera el poder en China en 2013, el Partido Comunista ha sostenido que la reunificación con Taiwán es solo cuestión de tiempo, intensificando las tensiones entre China y Occidente. A partir de las relaciones diplomáticas establecidas entre Estados Unidos y China en la década de 1970, surgió la denominada política de “ambigüedad estratégica” estableciendo que cualquier nación del mundo puede comerciar con Taiwán como si fuera una entidad autónoma, siempre y cuando acepte la premisa, algo surrealista, de que debe limitarse a establecer un consulado comercial sin estatus de embajada con una entidad llamada “China-Taipéi” (¡prohibido “Taiwán”!),sin reconocerla como una nación independiente.

Para China, este tema es una cuestión de orgullo nacional y, al mismo tiempo, de gran importancia geopolítica debido a la industria de producción de microchips que alberga Taiwán: controla el 54% del mercado mundial. Por esta razón, el régimen de Xi Jinping intervino en las recientes elecciones presidenciales taiwanesas mediante desinformación y hackeo, fracasó en su intento de impedir que el Partido Progresista Democrático, de orientación independentista, que ha estado en el poder con dos mandatos desde 2016 bajo la presidencia de Tsai Ing-wen, obtuviese una nueva victoria, el 13 de enero, esta vez, con el futuro presidente William Lai-Ching-te.

En Taiwán, cada elección es utilizada por el régimen de Pekín para demostrar que el gran dragón asiático no renuncia a devorar a la pequeña “isla hermosa”.

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