Super Mensajes

Desde las primeras invenciones, miles de productos y servicios han ofrecido a las masas la promesa de ahorrar tiempo. Pero bastante lejos estamos de la era en que conseguir alimentos o lavar la ropa consumía la mayor parte de nuestros días. Hoy, lo que nos venden es la ilusión de productividad, pues todas esas horas liberadas se terminan perdiendo en el celular, scrolleando en redes sociales, viendo Netflix o jugando videojuegos.

Ahora, nuevas herramientas prometen un futuro donde tareas creativas se podrán automatizar: ¿Para qué escribir si tengo ChatGPT? ¿Para qué cocinar si un Rappi está a un tap de distancia? ¿Para qué pintar o dibujar si ahora puedo generar imágenes digitales en segundos? ¿Para qué leer un libro si ahora un app me hace resúmenes de 15 minutos?

Pero los que hoy promueven la toma de atajos creativos se olvidan de decirnos importantes detalles. Escribir nos ayuda a entender y sintetizar conceptos. Como todo peruano sabe, cocinar es un acto de amor. Pintar o leer son momentos de desconexión que nuestras mentes, bombardeadas de distracciones infinitas, necesitan a gritos. Mientras seguimos apostando por la estimulación constante, no es coincidencia que ahora expertos adviertan de la importancia del tedio. Quién diría que esos momentos que pasábamos aburridos (en la combi, cola del banco o cuando nos castigaban sin tele) resultarían tan cruciales para nuestro desarrollo y salud mental.

Así que este año he decidido tejer a mano una chompa de alpaca, no porque vaya a ser práctico o fácil, sino justamente porque no lo será, consciente de que todas esas horas, supuestamente desperdiciadas e improductivas, reemplazarán las que hoy “invierto” consumiendo TikTok como zombi. En el proceso, espero poder conectar con otros tejedores y contar con la infinita paciencia de mi profesora.

El acto de crear siempre ha sido profundamente comunitario. Olvidamos, bajo nuestro propio riesgo, que una sociedad menos creativa es una más desconectada y solitaria también.