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El 27 de abril participé, invitado por la Confederación Nacional de Pequeña Minería y Minería Artesanal del Perú – CONFEMIN, de la “I Cumbre Nacional Minera por el Marco Legal de la Pequeña MINERIA Y Minería Artesanal”, realizada en Chala, Arequipa. Asistieron más de 12 mil mineros de Puno, Pacocha-Ayacucho, Huancavelica, Huánuco, Huaypetue, La Libertad y de otras bases mineras.

Con la onza de oro sobre los US$2,300, la minería artesanal va a tener una explosión en la intensidad de actividad y número de personas que la desarrollan. Por eso, entender y atender su problemática resulta vital.

Se debe encauzar esta actividad sobre la formalidad y evitar el avance de las economías ilegales sumergidas y del contrabando de oro, que ha hecho de Bolivia y Ecuador potencias exportadoras de oro peruano; sin embargo, el marco legal minero está pensado solo para la gran y mediana minería, pues, en la práctica, la cantidad de regulaciones y normas hace imposible que un minero artesanal llegue y se mantenga en la formalidad.

Además, hay dos razones por las que la gran mayoría de mineros artesanales son informales e ilegales: por operar en zonas donde la minería está prohibida (p.e., una reserva natural o un área protegida) o por operar en la concesión minera de un tercero.

Sin embargo, no todo es lo que parece: para proteger las Líneas de Nasca, sin delimitar la zona de interés arqueológico, se ha creado un área intangible que duplica el área de Lima y Callao. Así, todo minero informal que opere en una quebrada dentro de esa área será minero ilegal.

Por otro lado, como poner denuncios mineros y mantener su vigencia es muy barato, se han denunciado —a ciegas— cientos de miles de hectáreas en las que nunca se ha invertido un dólar en 30 años (las llamadas concesiones ociosas).

Al no tener beneficios en una concesión minera, lo descrito genera para el Estado un lucro cesante, pero, sobre todo, convierte a esos miles de operadores mineros en ilegales.

Estos son los dos aspectos en los que se debe trabajar para encontrar una salida al drama de la minería informal e ilegal en Perú que nada tiene que ver con los robos a mano armada que ocurren en zonas como Pataz. Ese ya es un asunto del ámbito policial.

Con la extraordinaria coyuntura de precios, el desafío de la política minera se debe abordar desde tres ejes fundamentales: 1) no deberíamos dejar onza de oro, libra de cobre o tonelada de zinc sin explotar. El mineral enterrado vale cero; 2) tiene que haber lugar para todos mediante la promoción con decisión y sin complejos de TODA la minería: la grande, mediana, pequeña y la artesanal; 3) los ciudadanos en la zona de influencia minera deben participar directamente de la renta minera y ver así, en ellos, los beneficios de la minería. ¡Basta de repartir la renta solo a la clase política que la malgasta dispendiosa y corruptamente!

La minería es una actividad milenaria en Perú y debe ser una palanca al desarrollo popular.