Ya es reiterativo mencionar la decadencia moral y ética que estamos viviendo en el país, donde prácticamente se ha normalizado la corrupción, el abuso y atropello de las autoridades vigentes, que supuestamente nos representaban. Tienen como protagonista de este eje del mal al actual Congreso, donde la mayoría de sus miembros ya ni se inmutan con cada una de las tropelías que cometen a vista y paciencia del país.
Lo más grave es que hay una complicidad con la pasividad desesperante en la sociedad peruana, que se podría afirmar que ha normalizado el hecho de arremeter contra el Estado de derecho, la democracia, la institucionalidad, los derechos ciudadanos y hasta con injerencia directa en decisiones económicas privadas. Con cada pachotada que se les ocurre a los actuales congresistas, que bajo ese paraguas de inmunidad, inclusive están despilfarrando dinero público otorgándose bonos e incrementos salariales injustificados, todo para sacar el máximo provecho personal.
Y aquí nadie se salva, porque los atropellos vienen de todas las vertientes políticas, desde la izquierda hasta la derecha; en realidad son estos extremos más radicales que supuestamente tienen posiciones ideológicas antagónicas los que han orquestado toda esta maldad, por eso están unidos, porque ahí prima el doble rasero y son capaces de coludirse para sacar el máximo provecho, cuando se trata del beneficio personal o de interés de grupo.
Además, recordemos que está el pacto infame entre lo más rancio de ese Congreso: el fujimorismo y el cerronismo que han engendrado el fujicerronimo. Se trata de un bloque infranqueable en el Congreso que lidera estos actos de ignominia mostrándonos una vez más que no tienen escrúpulos y lo que les importa es el beneficio personal o lucro mal habido.
Esta estrategia del eje del mal ha trascendido a otros poderes del Estado, porque han logrado infiltrar a sus esbirros para tener el control absoluto de instituciones con capacidad de decisión dentro del engranaje del Estado. Por eso se entiende que hoy estén actuando en pared para copar el sistema de justicia y el sistema electoral, con intenciones subrepticias de mantenerse en el poder como sea, porque estos impresentables saben que van a terminar en la cárcel.
La pregunta es: qué estamos haciendo nosotros desde la ciudadanía para hacer frente a tanta barbarie del eje del mal. La respuesta la tiene usted amable lector.
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