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Una pequeña, pero significativa turbamulta ha generado la decisión de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) de exigir visa a los peruanos que viajen a México, a partir del próximo 20 de abril. Se han visto, incluso, colas y aglomeraciones en las proximidades del consulado de dicho país, en San Isidro.

Perú, en respuesta a esta caprichosa medida, que debe haber tenido como causa el mismo sesgo ideológico que llevó a AMLO a no entregar la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico al Perú, aplicó la misma restricción para los mexicanos.

“Esta decisión unilateral no nos ha tomado por sorpresa. Hemos ido calibrando las repercusiones internas porque evidentemente afecta en primer lugar a la propia Alianza del Pacífico, que forma parte el Perú junto con México, Colombia y Chile y que claramente establece como principio la circulación de personas y de bienes”, dijo el canciller peruano Javier González-Olaechea, que no descarta una intención política por la mala relación diplomática entre los dos países. “Hay un evidente direccionamiento político hacia el Perú”, insistió el ministro

Por su parte, el embajador mexicano en nuestro país, Adolfo Zepeda, se ha esforzado en aclarar que la medida no es de orden político ni tiene que ver con las simpatías populistas de su presidente que, por ejemplo, lo llevaron a respaldar la intentona golpista de Pedro Castillo en diciembre de 2022. Desde entonces, la relación entre los gobiernos de ambas naciones ha sido más bien tirante.

“Esta decisión tiene un vínculo directo con un tema de coyuntura migratoria, se ha aplicado antes a Brasil y Ecuador, medidas que se mantienen vigentes desde hace unos años”, declaró el diplomático. Sin embargo, no ha logrado disipar las dudas.

Lo cierto es que no se trata de un incidente diplomático grave, pero sí de un obstáculo al libre tránsito de ciudadanos y, por supuesto, al turismo en uno y otro país, en tiempos en que estas barreras están cayendo, sobre todo en América Latina. Imposible descartar, tampoco, la animadversión hacia el Perú de parte de AMLO, como ha sugerido el canciller. Un feo gesto que se suma a otros que ha tenido con los peruanos.

Esperemos que esta norma sea en verdad transitoria, pues con México nos unen grandes y arraigados lazos culturales que no se deberían echar a perder solo por el capricho de un gobernante que no sabe cerrar la boca cuando debe.