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La frontera entre Brasil y Paraguay ha sido calificada como uno de los puntos más peligrosos para los periodistas, según los informes que constantemente presenta el gobierno de ese país durante las asambleas anuales de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).

En el primer día de conferencia remota de la Asamblea General número 76 celebrada hoy, se exhibió un documento que expone la falta de protección física y de libertad de expresión, además de los riesgos y amenazas que reciben constantemente los periodistas paraguayos.

La denuncia llega luego de que en febrero de este año, en la ciudad de Pedro Juan Caballero, un reportero brasileño fuera acribillado de 12 disparos por presuntos sicarios.

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Lourenco “Leo” Veras, de 62 años, era conocido por manejar su propio portal web donde trataba temas como corrupción, narcotráfico y mafias de las autoridades brasileñas y paraguayas. Además, era uno de los periodistas brasileños con más trayectoria de la zona fronteriza.

El asesinato de Veras marcó el crimen número 19 desde que la democracia llegó a Paraguay en el año 1991; y es que, a pesar de ser uno de los países con menos tasa de homicidios en América, dicha frontera tiene tasas similares a las de Honduras o el Salvador.

Las otras 18 víctimas han sido identificadas como Pablo Medina, Antonia Almada, Edgar Pantaleón Fernández Fleitas, Fausto Gabriel Alcaraz, Carlos Manuel Artaza, Santiago Leguizamón, Calixto Mendoza, Benito Ramón Jara, Salvador Medina, Yamila Cantero, Samuel Román, Ángela Acosta, Alberto Tito Palma, Martín Ocampos, Merardo Romero, Marcelino Vázquez y Gerardo Servián.

El primer caso

Mediodía del 26 de abril de 1991. El propietario de Radio Mburucuyá, Santiago Leguizamón, y su secretario, Baldomero Karape Cabral, se dirigían a un almuerzo en conmemoración al “Día del Periodista” paraguayo subidos en un Datsun de color blanco. La ciudad de Pedro Juan Caballero, conocida como ‘la tierra de nadie’, sería testigo de la ejecución de las constantes amenazas que recibía Leguizamón.

Tan solo 15 minutos después de haber salido de la radio, un Volswagen Gol color negro con lunas polarizadas y la puerta derecha puerta abollada les cerró el paso e impidió que siguieran su camino. De este vehículo bajaron tres individuos armados con una 9 milímetros, una 38 magnum y una escopeta calibre 12 recortada.

“¡Corré, salvate... yo ya no puedo!”, gritó Santiago a Cabral al verse herido, ensangrentado y convaleciente. Baldomero abrió la puerta y escapó a tiempo. A lo lejos escuchó el impacto de la escopeta que le arrancó el ojo izquierdo a su jefe. En total, 21 balas fueron las que acabaron con la vida del periodista, según los forenses.

Un año después del fatídico episodio se logró identificar a los perpetradores: José Tiro Certo Araulho, José Aparecido de Lima y Bras Vaz de Moura. El trío asesino afirmó que lo hicieron “por encargo de Daniel Alvares Georges (hijo de Fahd Yamil) y su primo Luis Enrique Tulú Georges”.

Sin escapatoria

El periodista chileno Alfredo Palma y su esposa Wilma Martinez se encontraban cenando tranquilamente la noche del 22 de agosto del 2007. Palma había decidido regresar a su país natal después de recibir constantes amenazas tras denunciar un caso de contrabando y corrupción de combustible por parte del gobierno de Itapúa.

Sin embargo, antes de que pudiera viajar, dos hombres vestidos con uniformes militares, a bordo de motos lineales, interrumpieron abruptamente en la vivienda de la pareja y dispararon 18 veces a quemarropa contra ellos.

Según el informe presentado a la SIP, Palma tenía seis disparos sobre la frente, brazos, piernas y cuello. Su esposa de 24 años y madre de un niño de dos meses, fue impactada por una de las balas perdidas y tuvo que ser internada de urgencia.

Nelson Vera Sanabria, alias Kamba’i, de 22 años, y su hermano Fabio, de 29, fueron los responsables del ataque. Ambos fueron reconocidos por la mujer del periodista pese a que uno de ellos actuó usando un pasamontañas.

2014, un año sangriento

Pablo Medina, Antonia Almada, Edgar Pantaleón Fernández Fleitas, Fausto Gabriel Alcaraz fueron brutalmente asesinados en mayo, junio y octubre del mismo año, todos abatidos por impactos de balas.

Fausto Gabriel Alcaraz era conocido por su programa de radio matutino y sus polémicas acusaciones. Con 28 años acababa de denunciar con nombre y apellido a quienes estarían involucrados en delitos de narcotráfico.

Salía del estudio de grabación cuando un par de hombres subidos en motocicletas lo interceptaron y le dispararon 12 veces provocando su muerte un 16 de mayo del 2014.

Un mes más tarde, Edgar Fleitas abría el portón de su propiedad a un desconocido. El asesino se sentó y le disparó seis veces en la cabeza el 19 de junio.

No fue para robarle ni nada, fueron otros los motivos. Hay personas que vieron al que disparó”, fue lo que afirmó Dora Irrazábal, fiscal de Concepción.

“Anina che juka”, dijo con temor Pablo Medina cuando vio como un hombre le apuntaba con una pistola. En guaraní estaba pidiendo que “por favor no lo maten”, sin embargo, minutos más tarde, yacía muerto dentro de la camioneta blanca que conducía.

El periodista de ABC Color había recibido constantes amenazas por sus informes sobre la producción de marihuana en la zona fronteriza, en setiembre del 2013 incluso tuvo que ser escoltado por patrullas en busca de salvaguardar su vida.

El atentado contra Medina se produjo en octubre del 2014 dejando una víctima más: su asistente Antonia Almada, de 19 años. Si bien la joven no era periodista, al ser copiloto de Pablo fue impactada por dos impactos de bala. Falleció un par de horas después dentro del hospital.

La hermana de Almada logró ocultarse debajo del asiento trasero justo a tiempo. Los sicarios no la alcanzaron a ver y salió ilesa del trágico encuentro. Sus declaraciones fueron claves para que el presionado Consejo Nacional resolviera el caso.

El intendente municipal de Ypejhú, Vilmar Neneco Acosta, fue quien había ordenado que perpetren el crimen, mientras que su hermano y su sobrino, Flavio Acosta Riveros, fueron hallados culpables de ser autores materiales del asesinato.

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