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Augusto Manzanares mide su trabajo en función al tiempo. Es que por más detalles costosos que lleven sus vestidos, “nadie te devuelve las horas invertidas”, explica el diseñador peruano que radica en Estados Unidos. Luego de graduarse como diseñador gráfico publicitario en Perú, trabajó en Manhattan como visual merchandiser de tiendas como Forever 21. Ahí, entre stylists y diseñadores, se dio cuenta que ese era su mundo. Años después, sus creaciones han vestido a Jennifer López, Nati Natasha, Lady Gaga, Cardi B, Thalía, Belinda, etcétera.

¿Cómo ingresa al mundo tan cerrado de la moda?

Mis amigos ayudaban detrás de bambalinas. Hice el contacto para hacer lo mismo. Poco a poco hacía ‘shootings’ (sesión de fotos). Nunca desprecié una oportunidad, agarraba la que llegaba.

¿Cómo consiguió captar la atención de otros diseñadores para ayudarlos?

En un fashion show por el aniversario de Barbie pedí el contacto de mucha gente del medio. Terminaba siempre hablando con ellos sobre nuestro amor en común por esta muñeca. Repliqué diseños de McQueen en una de ellas. Notaban esa pasión y sabían que pertenecía a esa tribu con la que hablaba en el mismo lenguaje.

Antes aceptaba toda colaboración, ¿ahora es más selectivo?

Empecé a postear lo que creaba en Instagram porque esa red te da llegada internacional. Editoriales de revistas me contactaron y así obtuve fotografías profesionales. Eso eleva la calidad del producto y fue como los stylers de JLo me vieron.

¿Y así empezó la cadena de recomendaciones?

Eso me abrió muchos caminos. Ellos conocían a Britney, a Gwen Stefani. Y si tienes una relación buena con ellos, no sabes a dónde va a parar tu ropa. Aunque ahora también tengo una lista negra.

¿Es el costo de trabajar con las estrellas?

He aprendido que no siempre te devuelven las piezas como las entregas. Por hacer que se vea mejor, la destruyeron. Por eso, cuando rento una pieza hago un acuerdo. Si algo le pasa al vestido, deben pagar un porcentaje. A las malas o a las buenas tienen que aprender.

¿En cuánto están valorizados los vestuarios que diseña?

No hago nada de menos de US$ 2,000 porque si llega un proyecto de buen presupuesto en el camino, no puedo dejarlo de lado por hacer un favor. Tengo que dar su lugar a mi trabajo. El material cuesta, pero cada segundo de mi tiempo y mi talento tienen un precio mayor que cualquier piedra del vestido.

¿Y un vestido con muchos detalles cuánto puede alcanzar?

Una pieza llena de piedras, cristales y pluma ostrich pueden costar más de US$ 10,000.

¿Cuánto tiempo le dedica a un trabajo?

Lo ideal serían dos o tres semanas. ¿Cree que su modelo de negocio funcionaría en el Perú? Los artistas ahí tratan de verse como internacionales, pero no saben lo que hay detrás de eso. JL no escoge a cualquiera en su equipo. Elige al mejor para su cabello, sus pestañas y las uñas. Esa cultura se debe crear.

Ud. ha trabajado con artistas locales...

Sí, Michelle Soifer, por ejemplo, tiene la suerte de trabajar con una disquera con visión internacional. Por eso para mí valió la pena viajar para hacer un ' shooting’ con ella. Una cosa es hacer fotos en estudio y otras en una locación como Paracas. Es algo que eleva mi producto.

¿Cómo describe el mercado de la moda en el Perú?

Es un país productor, pero no es referente de tendencias. Hay mucho talento, pero a veces los diseñadores caen en algo muy comercial y no apuestan por sus ideas para cambiar el estilo de los peruanos.

¿Cómo vestimos los peruanos?

Veo gente muy uniformada. Hace falta más gente ‘huachafa’ porque es la que impulsa la moda, como ves en cada esquina de Nueva York. Quiero hacer patria, pero por ahora no puedo quedarme más de un mes allá.