Las malas interpretaciones están a la orden del día. Los comentarios tienen que ser precisos porque la mascarilla nos puede jugar sorpresas. Aquí una de ellas.
Sábado 6.00 a.m. Manejo apasiblemente por la Av. Universitaria y al llegar a la altura de la Av. Lima, San Miguel, veo que una señora vendedora de sanwichs y bebidas calientes está terminando de sacar sus productos. Como sabía que luego de mi rutina no iba a poder tomar desayuno, cuadro a la izquierda y bajo con la intención de comprar algo para alimentar este cuerpo chambeador.
Me llamó la atención todos los protocolos con que disponía este establecimiento. Dos conos marcando la distancia, varilla llamativa de refuerzo, carteles, cortina de plástico, etc. La vendedora también estaba correctamente ataviada, con guantes, mascarilla sanitaria, gorro para el cabello, etc.
Todo en su lugar y ella muy amable me pregunta: Buenos días, ¿se sirve algo, caballero?
Buenos días, caserita, a ver, deme un vaso con quinua y un pan con palta sin sal. La señora, con mucha habilidad, prepara mi pedido, tiempo que yo aprovecho para seguir fisgoneando el local. Tenía una cámara de video y un monitor de TV de aproximadamente 12 pulgadas, allí estaban pasando una secuencia muy cómica de un programa sabatino el cual me interesó y le puse atención.
Era tan buena la secuencia que me hizo desternillar de risa y con esa alegría la caserita me entrega mi pedido y le cancelo.
Antes de retirarme le digo a la amable señora: Permítame felicitarle señito, qué tal puesto, tiene de todo. Felicitaciones por el progreso. Apenas acabé mi comentario y estando atento al cumplido que le di, ocurre algo que me sacó de cuadro.
Mire, señor, no le permito que Ud. se burle de mí. Yo no le he dado confianza para que se esté burlando de mi. ¿????? ¡Plop! Lógicamente, esta respuesta me causó tal asombro que me obligó a responderle de inmediato: Señora, de ninguna manera, no es burla, es felicitación y si nota que me estoy riendo (porque yo estaba con mascarilla) es porque el programa que estoy viendo en su tele está súpergracioso. No lo tomé a mal caserita…
No señor, Ud. se está burlando de mi. (¿?)… (Insistía e insistía y ya me colmó)
Bueno, señora, qué lástima, para otra vez no ponga programas cómicos en su televisor porque Ud. todo lo va a tomar a mal. Buenos días. Y me retiré.
Cuando estoy subiendo a mi “negrito” me percato que la señora se puso delante de su puesto a ver si lo que había dicho era cierto y se llevó la mano a la boca en señal de sorpresa-arrepentimiento. Me buscó con la mirada quizás para hacerme una señal de disculpas pero ya era tarde…. La disculpé mentalmente por el retrovisor y esta anécdota la eché al olvido narrándola en esta columna… Sigo en la vía.