Super Mensajes

Nuestros compatriotas asháninkas de los ríos Ene y Tambo, se encuentran sumamente preocupados por la ausencia de una política de Estado que fije y delimite conceptos como la erradicación de la hoja de coca, control del cultivo, control del crecimiento de las mafias de cocaleros ilegales, seguridad ciudadana en estas zonas del Perú y aspectos fundamentales que permitan un trabajo en armonía entre el Estado, la empresa y el cocalero legal.

El Perú tiene zonas de altísima producción de pasta básica de cocaína y a lo largo de varios lustros, se viene trabajando intensamente con organismos internacionales como la DEA, la Cooperación del gobierno de los Estados Unidos, Fuerzas Armadas, Policía Nacional, con la finalidad de reorientar la producción de la maravillosa hoja de coca que nos ha brindado nuestra naturaleza, hacia la industria fármaco medicinal, alimenticia e inclusive en la suplantación del cultivo de la hoja de coca por otros productos naturales.

Sin embargo, este gobierno promueve todo lo contrario, sus diferentes voceros políticos vienen afirmando a la opinión pública, que la DEA tiene que ser expulsada, que las bases contrasubversivas tienen que ser desactivadas, lanzan ataques contra la ONG Devida y manejan todo un recetario nefasto y contraproducente, en la medida que favorecería la presencia del narcotráfico en esta zona de nuestro territorio.
Estas fatales políticas serán objeto de críticas en la comunidad internacional pues se alejan de todo lo trabajado hasta el día de hoy por el Estado peruano.

De otro extremo, se ha dado a conocer a la opinión pública que esta tendencia perniciosa ya se había manifestado años atrás, exactamente en el 2014, cuando el actual congresista de Perú Libre, Guillermo Bermejo, junto a un grupo de cocaleros radicales, se opuso a la construcción de un aeropuerto en la zona del Vraem, exactamente en Pichari, sin poder darse cuenta que, de haberse construido esta infraestructura aeroportuaria, el desarrollo de estas zonas olvidadas del Perú hubiese llegado de manera más eficiente.

En conclusión, el único perjudicado en todas estas idas y vueltas de la clase política comunista, es el peruano que vive día a día en las riberas del Ene, del Tambo, en Pichari y otros lugares aledaños que han sido reprimidos, que han sido afectados sin que el Estado nacional los proteja, ofreciéndoles alternativas para la subsistencia alejada del narcotráfico, del terrorismo y de la inseguridad ciudadana. Hasta la próxima semana.

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