Con un gol agónico del brasileño Roberto Firmino, Liverpool le ganó 2-1 a Tottenham en el duelo de punteros en la Premier League y quedó como el único líder cuando se llevan disputadas 13 jornadas.
Liverpool–Tottenham tal vez sea, en este momento, el partido más atractivo que pueden regalar las mejores ligas del mundo.
No solo porque ambos llegaban como líderes de la Premier League, sino por los marcados contrastes en sus ideas.
De una manera y de otra, ambos son exitosos: no en vano compartían la punta de la tabla. Los dirigidos por Jurgen Klopp atacan con voracidad. Uno, dos, tres toques y la pelota tiene que estar cerca del área rival, en los pies de los delanteros o los volantes interiores.
No se hace fuerte desde la tenencia Liverpool, más allá de que gana la posesión del balón en la mayoría de los juegos. Pero es tan arrollador el andar de los rojos que terminan por someter al rival, obligarlos a replegarse y defender.
Y José Mourinho hace de la defensa un arte. Entonces, el desarrollo del partido fue tal cual lo esperado: los visitantes agrupados bien cerca del arquero Hugo Lloris y con dos puntas de la lanza como Harry Kane y Son. Liverpool fue el protagonista del juego y estuvo con la energía justa como para no repetirse y volverse monótono.
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El juvenil mediocampista Curtis Jones fue el mejor de la primera etapa. De una pared entre él y Firmino llegó el gol de Mohamed Salah con la ayuda por un desvío en las piernas de los centrales Alderweireld y Dier. Iban 26 minutos y el local ya había acumulado méritos como para ir ganando.
Y Tottenham estaba controlado: Liverpool cortó todos los intentos de contra. Hasta que logró correr en una y no perdonó. El letal de contra el equipo de Mou porque sabe correr y porque tiene dos delanteros que no fallan. Fue clave la participación de Gio Lo Celso en el empate: corrió 30 metros con la pelota dominada y soltó para el coreano justo cuando la defensa rival daba el paso adelante. Quedó mano a mano Son y marcó el 1-1. Fue, al cabo, la única oportunidad en la etapa inicial.
En la segunda etapa, Mourinho mandó a Lo Celso a la banda derecha y a Sissoko y la visita tuvo sus mejores minutos. Steven Bergwijn estrelló un derechazo en el palo, tras otra buena contra. No encontraba las maneras Liverpool y tampoco Klopp creyó tener variantes en el banco porque no hizo cambios. Pateó bastante de afuera el local y siempre respondió Lloris. Hasta que en el final el brasilero Firmino cabeceó al ángulo un córner de Robertson y festejó el merecido 2-1.
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