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Las dudas crecientes sobre la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca amenazan la inmunización de millones de personas en América, sobre todo en países con una cartera reducida de vacunas y que dependen totalmente de las dosis de la farmacéutica anglo-sueca.

Alemania, Francia, Italia y España han decidido este lunes suspender de forma preventiva la vacunación contra la COVID-19 el preparado de la compañía tras la detección de varios casos de trombosis y el fallecimiento de una de las personas afectadas, una trabajadora sanitaria noruega, hospitalizada tras recibir la primera dosis.

En todo caso, los países que han suspendido la aplicación de la vacuna de AstraZeneca han dejado la decisión final en manos de la Agencia Europea del Medicamento (EMA),que el próximo día 18 se pronunciará al respecto de forma concreta.

A CONTINUAR CON LOS CONTRATOS

De todas formas, muchos de los países de América Latina tienen contratos firmados con la farmacéutica. Brasil ya confirmó la compra de 224,4 millones de dosis, Colombia adquirió 10 millones y México 79,4 millones con el compromiso de producir la vacuna en el país.

Una larga lista donde también están Perú (14 millones),República Dominicana (10 millones, más 110.000 producidas por India),Nicaragua (200.000),Ecuador (5 millones),Costa Rica (1 millón),Argentina (23,5 millones) pero de la que queda fuera Cuba.

Pero arrepentirse de la compra no es una opción. «No es que el país pueda rechazar la compra o arrepentirse. Lo que pueden hacer es recibir la vacuna y mantenerla quieta por un tiempo mientras se resuelve la situación y hay más información» añade afirma a Efe Johnattan García Ruiz, profesor de la colombiana Universidad de los Andes y experto en salud pública.

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La confidencialidad de los pactos entre gobiernos y farmacéuticas dificulta saber con detalle los acuerdos y si «por ejemplo hay alguna cláusula que permita a los países salir del negocio en caso de que haya dudas sobre la seguridad o la eficacia de la vacuna» razona el experto, con una maestría en Harvard en Salud Global.

Pero, añade, «uno esperaría que realmente el contrato esté diseñado para que no sea tan fácil de salirse ninguna de las dos partes, ni el laboratorio ni los estados».

El peligro está en que la presión mediática y de los ciudadanos, azuzada por la desconfianza, haga a los países esperar un poco a avanzar con la primera etapa de vacunación. «Una situación compleja, porque lo que queremos es vacunar a la mayor cantidad de gente posible, en el menor tiempo posible» concluye el experto. (Información de EFE)

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