Super Mensajes

Conforme ocurren las cosas se admite con más calma que la forma de vivir en sociedad será distinta, aún más allá de la pandemia. El gregarismo –tan caro a la especie humana- sufrirá cambios forzado por las necesidades de la sobrevivencia y la productividad, en medio de las cuales se halla la presencia omnisciente de la tecnología. Casi todo indica que así será quizás por siempre.

Para los que somos educadores y el escenario de nuestra tarea ha sido el aula, deberemos aceptar que ese espacio y nuestro rol serán distintos, aunque no sepamos todavía cómo ni cuánto. De lo que sí podemos estar seguros es que frente a la tradicional “tecnología educativa” de la que éramos depositarios, ha surgido y triunfa otra tecnología, la que da soporte a la enseñanza virtual, pensada para facilitar el aprendizaje de los estudiantes y mejor ajustada a sus ritmos y tiempos. Pero la esencia del proceso educativo, la motivación, el logro espiritual, el estímulo que vence al fracaso, la curiosidad permanente y el encuentro afectivo son irrenunciables a la labor docente y el colegio seguirá sirviendo para eso, sin duda con reajustes pertinentes.

La casa, el hogar, también cambiarán aún más que ahora, tanto por la educación de los hijos –ya referida- como por el trabajo a distancia de padres y madres. El tiempo de traslado a las oficinas y de retorno a casa quizás desaparezca.  En consecuencia, muchas oficinas se cerrarán y por ello las casas deberán adaptarse o diseñarse a su nuevo fin. Inclusive vivir en la ciudad ahora ya no sea tan necesario.

He aquí una versión contemporánea de las mutaciones en el espacio-tiempo humano.