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La estrategia internacional de Joe Biden (78 años),apenas juramentado como 46° presidente de los EE.UU., será la política exterior de la reconciliación de su país con el mundo. Dijimos que Donald Trump, que por estos días sigue empacando, se enfrentó hasta a los fantasmas de la Casa Blanca, congelando las relaciones bilaterales y multilaterales de EE.UU.

Por ejemplo, nunca le fue bien con la Unión Europea, manteniendo una relación bastante masticada con la canciller alemana, Ángela Merkel, y con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, a quien quiso ningunear por su juventud pero que en un prolongado apretón de manos el día que se conocieron, le dejó en claro que la edad no era óbice para un mandatario. Se trataba, sin duda, de los líderes de los dos países más poderosos de Europa.

Biden, consciente de ello, va a recomponer esta relación porque el viejo continente -siempre hay que considerar al Reino Unido, aliado histórico de Washington-, debe ser visto como el espacio geopolítico de la alianza indiscutible (OTAN) de EE.UU. al mirar la correlación de fuerzas en el planeta (Rusia y China).

En esa mismo propósito de recomposición de vinculaciones y de reincorporación a mecanismos, foros o acuerdos internacionales, ya ha anunciado que regresará al país al Acuerdo sobre Cambio Climático de París (2016),y también lo hará con el defenestrado Acuerdo Transpacífico (TPP) al que tendrá que desempolvar y revitalizar antes de que China siga empoderándose en la denominada Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en inglés).

Le tocará, además, reactivar el acuerdo con Irán sobre el programa nuclear para este país persa, que fue tirado al suelo por el republicano. Pero no toda la tarea de la administración Biden será apuntar en la dirección opuesta de Trump, como éste hizo con la de Barack Obama, su predecesor. No. Es el caso de la normalización bilateral con los países árabes (Emiratos, Bahrein, Sudán y Marruecos) o la que Trump estrechamente ha mantenido con Israel, por la que Benjamín Netanyahu hubiera preferido su reelección.

Finalmente, Biden también deberá dedicar la política exterior del Medio Oriente de EE.UU. a Palestina, cuya atención por Trump fue despreciada.