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Desde hace mas de 10 años, la corrupción, la delincuencia y la falta de seguridad, son percibidos como los principales problemas del país. Existe una falta de confianza generalizada en las Instituciones, principalmente públicas. Así, 76% de peruanos percibe a los congresistas como altamente propensos a cometer delitos de corrupción, seguidos por un 47% del Poder Judicial, 31% partidos políticos, 26% Fiscalía de la Nación, 24% municipalidades y 21% gobiernos regionales (Encuesta Proetica 2019). Pero, la corrupción no esta enquistada solo en estas instituciones, la corrupción pulula por todos los sectores, allí donde encontremos personas sin valores y con poca sensibilidad.

El impacto económico de la corrupción en el mundo es enorme: el 2% del PBI mundial se pierde solo en el pago de sobornos. Anualmente, el monto se sitúa entre 1,5 y 2,5 trillones de dólares. La corrupción, se asocia también a la informalidad, a la falta de voluntad “expresa” de las personas para cumplir con la ley.

Pero, ¿cuánto representa para el Perú el costo de oportunidad monetario por causa de la corrupción? Según la Contraloría General de la Republica, se perdieron 23 mil millones de soles solo en el 2019 por este motivo. Para poner en contexto la magnitud de esta cifra, este monto corresponde al 72% del presupuesto destinado a educación; 110% del presupuesto de salud, 328% del presupuesto destinado a protección social o al valor de construcción y equipamiento de 120 hospitales similares al moderno Barton o Kaelin, de EsSalud. Pero, sigamos echando “pluma” a la cifra, añadiendo los más de S/.51,000 millones que el país pierde por evasión tributaria anualmente (que es, claramente, otra forma de corrupción).

Solo el caso más emblemático en los últimos años, el caso Lava Jato en el 2017, genero la perdida de 0,8% de nuestro crecimiento en dicho año, el cual podría haber impactado en la creación de más de 112 mil empleos y haber sacado de la pobreza a mas de 256 mil peruanos. ¿Se dan cuenta? Si tuviéramos todo ese dinero en el arca publica y, además, este fuera utilizado de manera eficiente por las autoridades, quizá la población que hoy elige o es empujada a vivir en la abrumadora informalidad que corona a nuestro país, consideraría pasar la línea dura hacia la formalidad, seguros que recibirían un buen servicio de educación y salud pública, que contarían con un país libre de delincuencia y con alta seguridad. Habría que pasar del verso a la acción.