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Sayuri Almirón Zúniga fue periodista y trabajó dictando talleres de radio escolar. Esta experiencia la acercó a la docencia y por eso estudió educación. Hoy es profesora de primaria con especialidad en computación y robótica, y ha logrado que niños y niñas de un colegio parroquial en Villa María del Triunfo aprendan con alegría el diseño de robots.


El saludo de bienvenida que la deban sus alumnos de primaria todas las mañanas fue una especie de mantra para Sayuri. “Buenos días miss, qué vamos a aprender ahora”. Esas tiernas palabras tantas veces repetidas, seguramente resonaron en el universo y su vibración le llegó una mañana, cuando se preguntó “y qué pasará si les enseño a mis chicos a interactuar con tecnología”.

Así es cómo se embarcó en la búsqueda de nuevos conocimientos relacionados con herramientas digitales para la educación, actualización en el uso de plataformas, alfabetización tecnológica, robótica educativa y de todo aquello que fuera útil para que los niños y niñas del colegio parroquial Santa María del Rosario, donde enseña, se apasionaran por pensar, crear y aprender.


“Me fui capacitando e interesando cada vez más por especializarme en un mundo que no había conocido de niña. Sentí fascinación, y no me detengo desde entonces”, comenta.


Sayuri es profesora de primaria y docente de computación y robótica educativa desde el 2019. Ella reconoce que su primer peldaño para lograr esa especialidad fue el proyecto Aula Digital de Fundación Telefónica. 


Luego, consciente de lo importante que es la formación continua, llevó diplomados y cursos en universidades e institutos como la UNI y Senati, y también en la fundación, que la encaminaron al mundo de la robótica.

Enseñar jugando


Asumió ese cargo aquel año, porque la directora confió en su propuesta: enseñemos robótica a los niños y niñas de primaria para que investiguen y no limiten su creatividad.

Presentó un proyecto piloto, que se implementó gracias al apoyo de la directora Madre María Mercado. Fue clave. Asumió el desafío y coincidió con ella en combinar lo lúdico con los aprendizajes. Tuvo suerte, señala, porque muchos colegas le cuentan que sus directores no apoyan sus propuestas educativas.


Esta iniciativa se ha convertido en una expectante oferta educativa, que los padres de familia valoran porque ven los resultados en sus hijos. Sayuri lo explica bien, porque observa el progreso en las aulas de educación inicial hasta sexto grado.


“Para los chicos es una fiesta tener un ambiente especial en donde gracias a diversos dispositivos y equipos pueden crear robots. Al comienzo construyen lo que se les ocurre, monstruos de dos cabezas, grúas para tender sus camas o casas para estar seguros. Algunos creen que hay robots malos como en las películas, pero les voy explicando que si resuelven problemas no lo son; y mientras aumentan de grado, sus pensamientos son más estructurados, más críticos y más complejos”.

Además, el curso de robótica tiene enfoque STEAM, saca lo mejor de ellos porque los va preparando para tener una relación amigable con las matemáticas, las ciencias e ingenierías, pero también con el arte y las humanidades, agrega.


Están creciendo con libertad, sabiendo que no hay límites para ninguno por ser hombre o mujer, o de diferente condición social. Ambos hablan de poleas, manivelas, engranajes que les sirven para diseñar sus prototipos, indica Sayuri.


Hoy, las niñas quieren ser ingenieras y hacer ciencia con sus compañeros. Los dos se preocupan por las personas que tienen discapacidad. Para que esta experiencia escale en el país, los maestros tienen que actualizarse en tecnologías, herramientas y contenidos digitales”.

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(FIN) DOP/ SMS





Publicado: 11/7/2022