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Por José Vadillo

Desde que la cumbia aterrizó en el gusto de los peruanos desde hace más de 50 años, se ha impregnado de nuestra identidad en letras y melodías. Dos autores hablan sobre este género ya peruanizado.


La nota empieza con acordes menores. Esta semana falleció Walther Lozada (1961-2022),líder de la orquesta piurana Armonía 10, puntal de la cumbia norteña, una de las variantes del buque escuela de la cumbia peruana.

En los Juegos Panamericanos Lima 2019, Bareto nos puso bailar con “Cariñito”, convirtiéndose en tendencia. ¿Entonces, qué tan válido es hablar de la cumbia peruana?

1968 es un año clave en esta historia. Graban sus primeros temas con sabor peruano Los Destellos, de Lima, y Juaneco y su Combo, de Ucayali. El resto, es historia.

En su libro Historia de la cumbia peruana. De la música popular a la chicha (Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2022),Jesús Cosamalón hace “un relato razonado y ordenado” de la evolución de la cumbia en el Perú. Analiza la discografía, desde las primeras grabaciones del género en la década de 1950 hasta los años de 1980.

“El libro intenta hacer una historia a partir de lo sonoro; no solamente de la performance de los grupos y la propia historia que cuentan los músicos”, resume.

Señor mercado

Para Cosamalón, hablar de cómo lo tropical ganó espacios en el país, tiene una palabra clave: el mercado.

“En el mercado hay ciertos géneros y tendencias que logran captar el interés de algunos grupos en particular por razones diversas, por lo sonoro, la letra. Entonces, el mercado va generando una identidad a partir del grupo de consumidores que prefieren escuchar determinados géneros. Y las disqueras y grupos que ven lo que tiene éxito, profundizan en determinados géneros”, comenta.

Un ejemplo son Los Destellos: cuando empieza su camino musical con su director Enrique Delgado (1939-1996) graban de todo, boogaloo, guarachas y cumbias. Con el éxito de la cumbia, el grupo rimense redirecciona sus instrumentos al género de moda. Se da lo que Cosamalón llama el encuentro entre el grupo que .buscaba su sonido y el público que empieza a decantarse por un gusto musical en particular.

El productor Alberto Maraví (1931-2021),creador del sello Infopesa, fue un gran promotor del género. “En los años sesenta y setenta tuvimos una industria musical que feneció con la crisis de las dictaduras militares, sobre todo con la de Morales Bermúdez, y no se pudo recuperar más”, opina Lucho Pacora, editor del libro Sabor peruano. Travesías musicales.

“Maraví fue uno de los que siempre buscaba artistas. Sin su trabajo no hubiéramos tenido al Grupo 5, Agua Marina, Hermanos Yaipén o las bandas de la Amazonía. Él fue el primero que fichó a bandas de pueblo, literalmente, que tocaban en fiestas patronales y matrimonios”, comenta.

Cuando la cumbia llegó importada, lo hizo en un formato orquestal. Fue, primero, producto consumido en los bailes de las clases altas y medias-altas limeñas, tiempos de las grandes orquestas como las de Enrique Lynch o Lucho Macedo, donde la cumbia era cereza y no el pastel entero del repertorio.

Cosamalón señala dos fenómenos importantes para la popularización del género: Primero, la adaptación de la guitarra eléctrica al sonido de la cumbia, a finales de los años sesenta, consolidando una década después el mercado de cumbia con guitarra.

Segundo, la piratería de casetes en los ochenta, que llevó a las orquestas de cumbia a nuevos mercados. Vamos por partes.

Guitarra cumbiambera

La guitarra eléctrica permitió darle la personalidad a la cumbia made in Perú. Si bien los músicos comienzan a copiar diversos instrumentos para tocar la cumbia el uso de las seis cuerdas (que empezaron a usar en la cumbia venezolana) es rápidamente adaptada y a finales de los sesenta es el instrumento líder. Empieza a crearse el sonido peruano de la cumbia. Los pioneros son Los Destellos y Compay Quinto, entre otros.

“Para cualquier colombiano la cumbia con guitarra es un contrasentido; acá, en cambio, cada guitarrista desarrolló su estilo para la cumbia”, dice Cosamalón. Mencionemos en esa lista a Enrique Delgado, Berardo Hernández (“Manzanita”),Pancho Acosta (Compay Quinto) o Jaime Moreyra (Los Shapis).

Chicha nostra


Otra fecha importante es 1975, cuando el grupo Celeste graba “Viento” con la voz de Lorenzo Palacios Quispe, “Chacalón”. Nace la chicha, otra variante genuina del género.

La chicha, explica el estudioso, es una “evolución” que sintetiza ya todos los usos previos del género, de la guitarra, de una forma de cantar, de interpretar, un tipo de letra y el mercado responde positivamente. La síntesis de ese proceso es “Viento”, cómo no.

Se decía, quizá con desdén, que sus oyentes eran inmigrantes de las zonas marginales de Lima la horrible, con una identidad diferenciada –se supone– de otros grupos urbanos, como los que se consideran parte de una tradición criollo-mestizo-africana (los salseros).

Mas el término chicha fue una creación de los editores de discos que comienzan a publicar a fines de los setenta compilaciones con esa chicha, pues el término chicha tenía mala connotación para los músicos. Sin embargo, se da un giro cuando Los Shapis y otros lo reivindican con orgullos con sus raíces andinas.

Rol de la piratería

Otro elemento, decíamos, fue la aparición de la piratería de casetes en los ochenta que permitió diseminar el género y que los grupos posteriores vivan de los contratos en todo el país. Esto, señala Cosamalón, es consecuencia de la presencia del género en las radios y de la piratería.

En los ochenta comienza a eclipsar el mercado la salsa y decrece la presencia de la cumbia con guitarras. Será a fines de los noventa, con la technocumbia, que renace el género en los gustos masivos.

Hoy la cartera se ha diversificado. Todos los grupos y solistas cumbiamberos son deudores de los productores y músicos que hace medio siglo vieron las potencialidades del género. Suma la calidad de los músicos e intérpretes y un sonido más “limpio” que ha llevado a la cumbia a otros grupos sociales. Hoy la cumbia sabe a Perú. Felices fiestas.

Periodismo musical

“En el Perú, la sección cultural ha sido accesoria. Eso juega en contra a la música peruana en general y sobre todo a la más creativa, que no se conoce”, opina Lucho Pacora. 

Editó Sabor peruano de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y la Universidad de Guadalajara (México) con 21 ensayos y perfiles de artistas emblemáticos en rock, cumbia y música experimental peruana. Para él es “inconcebible” que la última oleada de revistas especializadas en música aparecieran a inicios del 2000. 

“Es grave porque ningún movimiento musical importante a nivel planetario se ha podido consolidar sin un medio de comunicación que hiciera la ampliación de lo que ocurría”. Además, la “falta de referentes de periodismo musical” hace que los jóvenes en las redes sociales no hagan periodismo musical. “Hoy la crítica musical en el Perú, no existe. Ha cedido lugar a lo políticamente correcto”.

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(FIN) DOP/VDV/RES




Publicado: 1/8/2022