Es difícil identificar para un peruano el acento de Kathy Serrano. Casi pareciera una connacional, salvo por uno que otro giro verbal. Ella –una venezolana con varios años en el país– acaba de lanzar la novela El dolor de la sangre. En esta cuenta la experiencia de una migrante que, después de varios años, regresa a su país natal debido a temas familiares y revive varios traumas íntimos.